Buscar este blog

jueves, 28 de agosto de 2008

FELISBERTO HERNÁNDEZ







Felisberto Hernández escribió cuentos y novelas cortas, que comenzaron con Fulano de Tal en 1925. Recién hacia 1942 abandona su profesión de concertista de piano y se dedica completamente a escribir. De este año es El Caballo Perdido, que marca un nuevo rumbo en su narrativa. Dice el autor:

Explicación falsa de mis cuentos

Obligado o traicionado por mí mismo a decir cómo hago cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos. No son completamente naturales, en el sentido de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son dominados por una teoría de la conciencia. Esto me sería extremadamente antipático. Preferiría decir que esa intervención es misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podrá tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento: sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos.

Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. Ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.

Lo más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y propia. Pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda.

Felisberto Hernández, 1955

martes, 26 de agosto de 2008

Solo Palabras...

Retrato

Tus ojos azules mirando a la distancia con firmes propósitos delatan bravura,
rubias cejas arqueadas dicen ¡basta! Mientras tu nariz larga y conspicua le dice no al horror de la mentira; te observo hombre desde la distancia atrapado en un cuerpo pequeño listo para arremeter verdades, tu cara tensa y labios apretados no tienen paciencia a esta nueva cita, por eso llegaste al parque en patines y por ello tu pelo luce alborotado, la paciencia no es tu don más bien es una necesidad prioritaria que debes aprender y por la cresta que duele. Si tus manos hablaran con las mías temblorosas ¿apaciguaría tu pena? Esa que cuelga por tu espalda y yace en la corbata a rayas que te obligaron a elegir. Vives en dos mundos que desconozco, pero si voltearas tu mirada frente a mí tendrías esa sonrisa placentera apaciguaría el llanto que no quieres afrontar, sabes reír sí y a carcajadas te demueles, pero el ahora requiere lágrimas que tu mano siniestra no desea soltar.

La diestra es la enferma pero qué va aún tus piernas pueden jugar con las aceras y arremeter gigantes si fuese necesario. No temas peor es el SIDA o la ausencia de valor y tú lo tienes así que para qué preocuparse tanto, suelta las manos y échate a volar con las palomas.