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domingo, 28 de diciembre de 2008

Borrador de proyectos



















Como todos los años, se hacen proyectos sobre las actividades del próximo.¿Qué se puede esperar en el Círculo Literario?

En primer lugar, abrir el segundo concurso literario Pablo Guíñez, que en el año pasado fue convocado para poesía y que ahora podría estar dirigido a la narrativa. Recordemos que en 2008 el premio fue un libro de pequeño formato, pues es la mejor manera de premiar a un escritor: publicando su obra. Esta vez podría ser una cantidad de relatos para un volumen algo mayor, pues el narrador necesita mayor amplitud para expresarse. En el primer certamen se estableció que los concursantes debían habitar en Maipú. Sin embargo, el requisito resultó limitante, porque no fueron muchos los trabajos presentados. De mantenerse la restricción, habría que desplegar mayores esfuerzos en dar a conocer el concurso y obtener una concurrencia más relevante. Factor importantísimo lo constituye el jurado y por lo tanto, habría que obtener la colaboración de escritores de la talla de los poetas Raúl Zurita y José María Memet, que actuaron en el primer evento.

Otra actividad de máximo interés es la continuidad de la Revista Cultural Maipú, para la cual no hubo presupuesto durante el 2008 en el Depto. de Cultura, ya que sólo apareció a fines de año un ejemplar editado por la Municipalidad en forma directa.

La tercera parte del futuro proyecto podría ser la participación en los Fondos Concursables del Círculo, que permitan difundir la literatura entre la población de la comuna, contribuyendo así al fomento del libro y la lectura.

En el pasado se reunían integrantes e invitados en los cafés literarios, lo cual fue interrumpido al no contar con espacios adecuados, ya que la Biblioteca Municipal no dispuso de tardes libres este año, además de decidir la presentación de sus propias tertulias literarias y el Teatro Municipal estuvo ocupado íntegramente por oficinas. Como ahora se han trasladado al edificio consistorial ya en buenas condiciones, existe posibilidad de retomar esta costumbre, para lo cual se estudiaría la mejor forma de hacerlo con buen éxito. En las anteriores ocasiones se han presentado autores de la organización dando a conocer sus obras, se ha invitado a escritores de otras comunas o se ha dado cita a diversos participantes en torno a una idea central. Es una buena ocasión de reunir a diversas personas a tomar parte en una conversación de un tema literario con el apoyo de la música y artes visuales en la reconfortante compañía de un café.

Otra actividad de interés sería organizar talleres literarios en las diversas juntas vecinales, para acercar a los jóvenes las herramientas necesarias para mostrar y desarrollar su obra poética o narrativa.

Hay un punto que personalmente me interesa desde hace tiempo: los libros artesanales y los libros objeto. Los hay hermosos, prácticos, tremendamente creativos. Deseable sería obtener la asesoría de personas que practiquen este arte, aprender las diversas técnicas y comenzar a armar nuestros propios libros en pequeñas cantidades, para compartir con otros centros literarios.

Ahora, invito a los demás integrantes del grupo a sugerir sus propios proyectos. Termino deseando a todos un nuevo año fructífero en actividades y obras concretas, además de pasarlo bien con muchísima salud.

martes, 23 de diciembre de 2008

LA NÚMERO 49


Este cuento de Amanda Espejo, recibió Mención Honrosa en el Concurso Literario "Recordando a Gabriela y Pablo" 2008.
LA NUMERO 49



A Bernardino Ureta, desde siempre - o por lo menos, desde que era capaz de recordar -, le cargaban las flores; especialmente, cuando se encontraban dentro de una casa. Posiblemente, este disgusto le había sido heredado de su padre, un hombre tan tosco como empecinado , características talladas a golpes de cincel sobre su persona durante años y años de trabajo doliente en las minas ya extintas de carbón.
Bernardino padre, solía decir que las flores eran para los muertos, y cada vez que doña Emma, su mujer, se atrevía a poner tres o cuatro de ellas en un florero, por disimulada que fuese, el hombre acababa descubriéndolo y lanzándolas por la ventana.
- Las flores, a los cementerios. No quiero malos augurios en mi casa.
Y entonces Emma, sin esperar que se lo repitieran, entre aterrada y sometida, terminaba barriendo de prisa los restos de tallos quebrados, de pétalos esparcidos y vidrios rotos, antes de que su hombre hiciese lo mismo con ella.
Una imagen como esa fue la que se le vino a la cabeza a Bernardino esa tarde, al entrar a su casa y ver sobre el esquinero de la entrada un recipiente de loza imitación chino, con seis rosas amarillas recién abotonadas. Seguramente Antonia, su mujer, hubo de ponerlas allí. ¿De donde las habría sacado? No lo sabía. Habría que preguntárselo a ella cuando llegase, es decir, cuando se le diera la gana de llegar, porque últimamente, a él cada vez se le hacían más largas las salidas de su Antonia los días en que a él le tocaba llegar primero a casa y esperar.
Esperar era algo que exasperaba a Bernardino un poco más que las estúpidas flores que le daban la bienvenida, y tanto o más aún que su implacable soledad. La soledad lo perturbaba, lo disminuía y lo hacía acabar, inevitablemente, enfrentado a su propia persona. En aquellos momentos, a él no le gustaba lo que veía. No le gustaba tener que preguntarse ni contestarse nada. Desconfiaba de sí mismo, de la intención de sus preguntas y de lo torcido de sus respuestas. Menos todavía soportaba el estar solo y tener que esperar por algo o alguien en particular. En esas ocasiones solía pensar que la vida era - y había sido - injusta para con él, y una rabia profunda y viscosa comenzaba a apoderarse de sus pensamientos sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Lo peor de todo, era que Antonia lo sabía. Hacía ya más de dos años, cuando decidieron vivir juntos, ambos se habían sincerado y contado uno al otro sus sueños, sus temores y todo lo que en general, esperaban de su convivencia. Las promesas habían surgido dulce y espontáneamente de los labios de Antonia. Las de él, fueron roncas y temblorosas; no por ello menos emocionadas. Ella, conociendo su pasado de soledades, le había prometido no dejarlo nunca solo y dedicarse, en lo posible, sólo para él.
Así había sido durante casi un año. Luego, vino el deseo manifestado por ella de trabajar algunos días a la semana.
- Es por el tiempo que me sobra... - le dijo - , y también para ayudarte con los gastos. Total, sería en el horario en que tú no estás en casa.
Bernardino aceptó muy a su pesar. No tenía argumentos como para oponerse: ambos, de mutuo acuerdo habían decidido postergar el momento de ser padres. Ella, por su extremada juventud y pensando en prolongar lo más posible su luna de miel. Él, sin atreverse a decirlo, para no compartir con nadie el amor de su Antonia. Estaba sediento de ello, aún antes de conocerla.
Es por eso que Bernardino no entendía los cambios que se habían suscitado a partir de esa decisión. Al principio, la cuestión de los horarios había andado bien: casi siempre coincidían en la llegada o, mejor aún, ella se le adelantaba y le esperaba alegre y dispuesta a compartir los sucesos del día.
Algo cambió a partir del tercer mes; así lo creía Bernardino. Las horas de ella se fueron haciendo más y más largas y él, contra todo su deseo, se encontró tres tardes a la semana solo y esperando que ella apareciera por la puerta y le diera sentido a su vida.
Esa tarde, mientras esperaba le daba vueltas a su rabia y no podía explicarse qué era lo que estaba pasando en su vida; qué o quienes la estaban destruyendo. Sólo dos meses antes, Antonia, con lágrimas en los ojos y su mejor sonrisa le había asestado el primer golpe mortal.
- Mira - le dijo apenas él entró, al tiempo que le pasaba un aparato pequeño y desconocido para él -. ¿Te fijas en esas rayitas?
Él negó con la cabeza, mientras un puño apretado se regocijaba en su estómago.
- Es un test, y significa...que vamos a ser papás.

Tirado en el sillón, mientras unas sombras verdosas se adueñaban de las paredes de la casa, a Bernardino le dio nauseas el tan sólo recordarlo. Nada había sido igual para él después de ese momento. Un silencio hosco, también heredado de su padre, se fue enraizando en él , y Antonia, SU Antonia, embelesaba como estaba en su nuevo estado, apenas si le prestaba atención.
Diez para las ocho de la noche la puerta se abrió y el umbral se vistió de Antonia. Él la observó en silencio por unos segundos antes de saludarla. Intercambiaron el beso de costumbre y ella le hizo notar la hermosura de las flores que había puesto para simbolizar su alegría. Él asintió en silencio, mientras pensaba - no sabía por qué - que el amarillo sentaba bien a las facciones de Antonia y al pardo tranquilo de sus ojos. Cenaron como siempre; luego, él quiso brindar y abrieron un vino blanco que vertieron alegres en sus copas.
- Voy a brindar... por el último brindis - dijo ella, mientras alzaba el brazo y lo invitaba a compartir el gesto.
Ante el desconcierto de él, Antonia rió y explicó:
- Es el último, porque debes saber que una futura mamá no debe seguir bebiendo.
Bernardino asintió de nuevo y apuró su copa hasta el final.
No quiso acostarse cuando ella se adormiló con la bebida. Se quedó un rato más en el sillón de vinilo rojo mientras recorría con la mirada todo su pequeño entorno, todo lo logrado por él hasta ahora para compartirlo entre dos. Toda una familia como la que siempre quiso, pero, de a dos. Definitivamente - y al decir de su padre -, él era un cobarde, y este nuevo mundo que se le auguraba no era el que siempre soñó forjarse. Se sintió más sólo que nunca allí, en la sala, mientras Antonia respiraba al compás del sueño. Sin darse cuenta y sabiéndolo a la vez, se puso de pie y fue hasta la cocina. Buscó el resto de vino y lo bebió de la botella hasta el concho. Luego, abrió el cajón de la izquierda y sacó un cuchillo pequeño, pero filoso: el que usaba ella para cocinar. Se dirigió al dormitorio y avanzó hasta quedar al lado de la cama y de su Antonia. La miró con más atención que nunca: ya no le pareció tan bonita, ni su rostro tan inocente como antes...seguramente, a causa de sus mentiras. Ahora estaba seguro: Antonia lo había engañado desde un principio, sino, no se explicaba un cambio tan radical en su persona y en sus planes. Ella sabía, SABIA cuanto detestaba él la soledad. Sabía que un amor repartido entre tres, cuatro , o los que sean, se va debilitando hasta que no queda más que el deber y la costumbre. Él se lo había planteado, le había contado de su niñez en desarraigo, de la brutal indiferencia del padre, de los hermanos que nacían como conejos y del sufrimiento de su madre, secándose de año en año hasta convertirse en un despojo sin restos de sonrisas en su olvidado rostro.
Bernardino nunca quiso - y se lo había jurado - eso para él. Fue por ello que sacó fuerzas y, sin hacer ruido se inclinó sobre el cuerpo indefenso de Antonia posando, suavemente, el cuchillo sobre su garganta. No quería violencias. No las soportaba ni tampoco las necesitó: un empujón firme y decidido cercenó de un corte la traquea de Antonia sin escenas desagradables.
Dado los últimos acontecimientos policiales de ese año, se suponía que debería terminar su actuación auto infiriéndose los cortes necesarios para causar su propia muerte o, al menos, evitar ser tratado como la bestia que había interpretado. No pudo hacerlo. Como siempre lo había sabido, él era un cobarde y no era el momento de cambiar. Se lavó las manos en el baño continuo al dormitorio y se acercó al teléfono para marcar el consabido 133.
- Aló, buenas noches. Quiero reportar una muerte; mejor dicho, un femicidio: el número 49.
Después de informar cuidadosamente la dirección e identificación del asesino, o sea, de su persona, se dirigió a la sala y se sentó a esperar el furgón policial y el urgente ulular de la sirena. No se sentía culpable. Si se trataba de buscar por fuerza alguno , tendría que empezar por nombrar a su padre, su maldita hosquedad y su empecinamiento. Tal vez tuviera que añadir la humillante mansedumbre de su madre y, sobre todo, a esa soledad que tan tempranamente se le había colado en los huesos. Y por último, ¿quién diablos le había sugerido a Antonia que pusiera rosas amarillas en la casa?
Estaba dicho: las flores son para los muertos, y en esa casa, faltaba uno.
Amanda Espejo

domingo, 21 de diciembre de 2008

Lanzamiento Revista y premiación




El jueves 18 de diciembre, en el Auditorio del Instituto Chileno-Norteamericano de Cultura, se lanzó el primer número de la Revista de Creación Literaria El Puñal.
Varios autores leyeron algunos de los textos publicados.
Además se procedió a la premiación del Concurso de Poesía "Ciudad y Memoria".
El premio correspondió a Julieta Marchant y las menciones honrosas a Mauro A. Rojas, Carlos Almonte y Patricia Franco.
Actuó el músico Felipe Cadenasso, acompañado en voz por Bernardita Martínez.
Fue una muy grata ocasión que finalizó con un vino de honor.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Cierre Taller de Narrativa Avanzada

El día Lunes se realizó el cierre del Taller de Narrativa Avanzada. Por problemas técnicos, no pude pasar este video que habia preparado para mis compañeros de taller. Aquí se los dejo y espero que lo disfruten

lunes, 15 de diciembre de 2008

Entrevistas


Estimados, ya esta actualizado el blog del proyecto de Radio, esta vez se pueden bajar tres entrevistas que se han realizado para el programa.
solo hagan Click
AQUI

viernes, 12 de diciembre de 2008

ALGO ASÍ COMO LA MIRTA DE BAGLIETO






Este cuento ganó el primer premio en el Concurso Literario Nacional de Gendarmería con el tema integración y no discriminación.
ALGO ASÍ COMO LA MIRTA DE BAGLIETO
Mientras la miraba desvestirse lo recorrió una cosquilla nerviosa a la altura del vientre. Estaba de vuelta en casa después de años. Laura también se sentía inquieta; él había pasado a ser un extraño conocido, un hombre que la miraba sin despegarle la vista de encima como queriendo aprovechar cada segundo perdido.
Seguía hermosa. Aquel cuerpo que ahora tenía más años y batallas encima, continuaba teniendo el encanto vivo que lo envolvía cuando él la conoció. Pese a sus pliegues y a la gravedad del tiempo, sus piezas seguían en los lugares adecuados, armónicas como cuando eran jóvenes. Sí, era el mismo cuerpo que sus manos habían tocado tantas veces, el que ahora se desvestía pausado, sensual y quizá algo ceremonioso, para recostarse junto a él. Todo era distinto. Julio miraba a su alrededor y sentía con extrañeza el silencio de la noche, la prontitud del tan anhelado reencuentro, la incertidumbre. Después de mucho esperar, estaba en su dormitorio, con su música, en su cama, con su mujer, solos. Tenía miedos y ansias de algo urgentemente concreto.
Por fin consumarían el matrimonio que por años estuvo congelado. Es verdad que durante el tiempo en que estuvieron separados, existieron un par de encuentros, pero ella sentía que el camaro no era lugar para casados, y a veces él, luego de saciar sus ganas, también pensaba lo mismo. Fue por eso que solo un par de veces se les vio entrar o salir de aquellas carpas improvisadas, que ayudaban a los amantes apaciguar su sexo. La bulla del gimnasio les impedía escucharse, sentirse como lo esperaban; la bulla esa, les hacía compartir su intimidad con el gentío que se anclaba tras las telas a conversar. Ella no lo pasaba bien, cuando salían de ese escondite común, se fumaba un cigarro y, si no se iba pronto, agachaba la cabeza fingiendo leer el diario hasta que se le iba el rubor de las mejillas.
De aquel par de veces, es que no tenían un encuentro así; las visitan se limitaban entonces a comentar lo sucedido afuera o a guardar silencio cuando sentían que ya estaba todo dicho. Por eso verla quitarse la ropa, solo para él, lo hacía impacientarse, querer tocarla con apuro, intentar poner al día todo el tiempo atrasado. Era imposible.
Laura llegó a su lado y se recostó si decir nada, las miradas se toparon y ambos entregaron una sonrisa mitad cómplice, mitad asustada. Pero ya no todo era tan maravilloso como lo había sido durante el día; él había llegado temprano, y la sorpresa casi había acabado con el corazón de la mujer. Hubo almuerzo juntos y un reencuentro con la casa, las habitaciones asombrosamente intactas como cuando el tuvo que dejar la morada y las calles de la cuadra.
Pese a tener conocimiento de lo que pasaría aquella noche, Julio tenía una leve nostalgia dentro, y Laura; Laura quería consumar el acto pronto para saber si así las dudas que le quemaban dentro se apagaban. Necesitaba tomar decisiones. Era el momento. Se besaron largamente. Julio no intentó preguntarse, ni menos preguntar, si alguna vez su mujer le fue infiel. Si bien ella era leal y caminaba siempre con la verdad por delante, también era humana, hembra, y tenía derecho a buscar afuera lo que él y sus errores le habían negado. Pero las cosas miradas desde la perspectiva que fuera, a Julio le parecían de todas formas una traición, por eso prefería no saberlo. Evitarse la angustia y disfrutar del momento era algo que había aprendido por necesidad y quizá también por obligación. Laura quería que la vida comenzara pronto, a pesar de tener confianza plena en su hombre, sentía susto; eran muchos años, años que hicieron nacer una nueva primera vez.
La noche por fin se fundió con la pareja. Las manos de Julio recorrían minuciosas el cuerpo femenino, buscaban ese algo que solo ellas lograban encontrar, por su parte los labios de la mujer hacían lo mismo. A Laura se le escapaban uno tras otro los suspiros mientras comenzaba a sentirse tranquila y a disfrutar. Existía en aquel lecho un calor especial, un aire tibio y mágico que revivía, que salía al reencuentro de los miles de planes que tenía el hombre para ambos.
La mujer sorprendió en más de una oportunidad a su esposo; con el paso de los años se había vuelto más decidida, más anhelante y complaciente con sus fantasías. Él la veía inmensa, suave, dominante y más la deseaba. La noche transcurrió entre besos y abrazos. Ambos se disfrutaron mientras que sus miedos trataban de buscar otro sitio donde habitar. Al paso de las horas la pareja quedó en silencio, el ultimo soplo de Laura había indicado que no había espacio para las palabras. Se durmieron tranquilos, y junto con ellos se recogieron los titubeos que les impedían encontrar la paz.
A la mañana siguiente Julio despertó temprano, el hábito de ir a la cuenta sagradamente cada mañana le hizo cumplir con el deber aunque ya no fuera necesario. Abrió los ojos y miró a su alrededor, todo estaba en silencio y tuvo que quedarse así quieto y con los ojos abiertos un buen momento para darse cuenta que no era un sueño más de los que constantemente tenía en la casa. Miró a su lado y apartada dormía ella, frágil y fuerte a la vez. Ahora más mujer que nunca dejaba esparcir su pelo suelto por toda la almohada, sus ojos grises se encontraban cerrados en un sueño profundo, sus manos, su caja de Pandora… Era todo perfecto. Julio miró la hora, aun quedaba parte de noche pendiente, quiso acercarse a su mujer, pero se arrepintió, prefería contemplarla y de esa manera disfrutar cada segundo de su libertad. Silencioso se levantó, buscaba algo que ni él sabía lo que era, o quizá si lo sabía pero prefería ignorarlo, hacer creer al destino que el tonto era él.
Caminó a la ventana y vio las ropas de Laura dejadas a la deriva hacía un par de horas atrás. Estaba la cartera de la mujer, un bolso y un espejo de mano. Julio no pudo evitar sus instintos pasados, su curiosidad innata, sus ganas de saber algo más, de buscar pistas que lo ayudaran a calmar esa constante angustia que le impedía que su libertad fuera completa. Tomó la cartera de Laura y quiso ver que había dentro, con la capacidad que le daba la experiencia, abrió el bolso y buscó; fotos añejas, papeles, boletas, y una libreta que parecía tener la suerte de diario de vida, donde la mujer anotaba frases sueltas, nada concluido. Ideas. El hombre prefirió volver a la cama, la angustia que le producía lo desconocido había sido cambiada por una pena inmensa.
Por un momento quiso volver a su lote, soñar con una salida perfecta, defenderse de los nudos que armaban los gentiles, y separarse del mundo por unos cuantos años más. Él siempre supo el precio que tenían sus errores, pero no tenía conciencia del tamaño de la deuda afuera. A pesar de todo entendía a Laura, el no poder hacerla madre, el pasarse años a la sombra, las mentiras de la juventud y varios otros fraudes que desilusionaron muchas veces a la mujer, lo dejaban inhabilitado para exigirle algo, y según la autoestima del momento, también para exigirse algo a sí mismo. Por lo tanto prefirió volver a la cama y dormirse un rato más. No había solución a la mano.
Julio no podía conciliar nuevamente el sueño. Era imposible dormirse luego de haber estado años en ese estado. De pronto le apareció lo que muchas veces le vino en su camastro; la necesidad de renegar contra el destino, contra su enseñanza, contra los suyos. Pensando en esas cosas se quedó inmóvil, semimuerto y semiherido. Laura despertó momentos más tarde. Se levantó, se arregló como era debido, fue hasta Julio y lo besó suavemente para no despertarlo del sueño de juguete, dejando una nota sobre el velador, y salió. Tenía ganas de llorar.
A penas ella hubo salido el hombre se levantó. No la detuvo. Caminó hasta la ventana y desde allí la vio perderse a lo largo de la cuadra. Volvió a la cama y se tumbó de golpe; por un momento soñó con el pito incesante de los antimotín y la voz entrecortada de algún amigo herido en conflicto. A Julio le costaba aceptar que su esposa tuviera otro hombre, otro que fuera capaz de hacerla feliz, cosa que jamás él había logrado hacer. Con los ojos cerrados y mucha resignación, esperó su muerte, quizá tardaría mucho, pero el tiempo era lo único que tenía de sobra.
Al paso de unas cuantas horas, afuera se sintió un sonar de llaves, Julio aun jugaba a esperar la muerte. A su lado llegó Laura, estaba allí nuevamente junto a él, pero venía distinta, casi tanto, como si no fuera ella. Sobresaltado el hombre la miró; traía los ojos llorosos pero aliviados, su usual maquillaje se le había borrado de los labios y traía en la mano una bolsa con algunas de sus pertenencias.
Ambos se miraron. Ella, al ver que Julio no se había dado cuenta de la nota que le había dejado en el velador, sutilmente la tomó y la arrugó, guardándola en su bolsillo. El juego había terminado. Él, que conocía muy bien a su mujer, no quiso hacerle preguntas ni cuestionar su actuar, ya era tarde para eso. Bastaba mirarla para saber de forma exacta lo que sucedía, pero por sobre su gran herida, estaba agradecido profundamente de la oportunidad que se le estaba dando. La herida estaría ahí, en el sujeto compartido, en la incertidumbre dormida, en la dignidad. Pero no tenía nada, deseaba muchas cosas y el tiempo para entonces, le llevaba una gran ventaja, por eso, con humildad aceptó tragar el sorbo amargo y comenzar la nueva vida que se le estaba ofreciendo.
Laura lo observó con cariño, quizá con amor. La etapa de búsqueda había acabado, ya no necesitaba tener en su casa un huésped que en las noches de frío le diera calor, ya no necesitaba visitar otras moradas en busca de compañía o novedad. Por eso, creyendo que era lo mejor, con nostalgia despidió esa sombra que la acompañaba mientras su hombre se encontraba ausente. El trato había sido así. Aquella mañana, junto con la nota que nunca fue leída, el cuento clandestino se cerró. Julio no tenía ya nada que saber, él merecía una última oportunidad. Julio necesitaba ser querido.
Laura tragó su ilusión de maternidad, su espíritu aventurero y su culpa y besó a su esposo. La nueva historia recién comenzaba a escribirse. Con una sonrisa como única escapatoria, dieron vuelta la página. Comenzaron a reconstruir ya no tras las rejas, sino allí en su casa. Hubo almuerzo en pareja, caminata por la plaza, tarde de películas y sueño profundo.
Era difícil volver a amar en libertad. Ambos intentaron poner de su parte; la cosa se trataba de encontrar en esta pareja con la cual se compartía la mesa y se hacía el amor, un ser para conquistar, para sentir. Un ser para volver a soñar.


Lorena Díaz Meza
Nota: La imagen corresponde al cuadro de Nemesio Antúnez, Tanguería en Valparaíso

jueves, 11 de diciembre de 2008

DOS POEMAS


De Pablo Delgado, editor de la Revista Literaria La Mancha, de Quilicura, estos aportes:


Detenidos Desaparecidos

No confundan.
Nosotros fuimos naturaleza muerta
en el territorio de Chile.
Allegados permanentes
y cruzados de amor bajo las espigas.
Nos hacíamos el injerto para sabernos,
pero la piel nos acusaba.

Rozadas las muñecas al fervor del gentío,
nada nos era candoroso, ni siquiera nuestras sombras
que de ti y de mi nos buscaban.

Fuimos proclives en la hora nuestra,
hasta silabarios de tantas preguntas nos prodigaron
para seguir de poste en poste,
de muro en muro, como suponiendo
que tanta fábula era necesaria.

Lo fortuito era desvastado y las consignas
resignadas al diluvio en la cavidad del estadio, circo,
manusterio o fogón en el recinto donde fuimos
coludidos a marchar al son de las fisgas
que basaron nuestros cuerpos.

Se supo al fin, nos llamaron por nuestros nombres.
M254, H247.
Libres por falta de meritos.



Pablo Delgado U.
Quilicura,31/07/008


Quemando Los Muros

A Sergio Gómez M.
Aún en la vera de la impunidad
y la memoria.


Me hablaron, me dijeron tercas voces que me cubriera
que me tapara los ojos.
Y allí miré
a esa hora de la noche,
vi unos tajos, hebras de luz que bajaban por mi espalda.

No me detuve a desfondar la orilla del río,
ni a escabullir los escupitajos desde el vaivén del puente.
Escarbé como en una tumba
descubriendo terrones de flores secas.

Sin embargo, no fue suficiente el placer de la luna
quemando los muros, haciéndolos fuego y ceniza
como un crematorio más del patio 29.

No encontré mariposas quebrando mi canto
ni el aire puro que varaba en mi infancia.
Mapocho era un muelle
lleno de hormigas que mugían mis pulmones.

La hora qué importa,
el pos data dirá:
En confuso incidente muere sujeto que opuso
resistencia a las fuerzas del orden, entre sus
pertenencias no se encontraron documentos
que puedan dar con su identidad. F/23/9/73.



Pablo Delgado U.
Quilicura, 31/07/008

martes, 9 de diciembre de 2008

La ciudad y la construcción de significado en el ciudadano actual



Desde los inicios de la humanidad el hombre y su sentido gregario de la existencia han pasado por travesías contadas desde todos los ángulos del conocimiento. Podemos encontrar registros históricos de la conformación de las primeras agrupaciones humanas en postales antiquísimas retratadas en las cuevas de nuestros ancestros, esos primeros homínidos que poblaron el planeta sin imaginar siquiera que algún día contaríamos con diversos canales de comunicación para dar a conocer los colosos arquitectónicos que representan fielmente el estado de avance, o como quiéranlo llamarlo algunos más cercanos a las ciencias: “la evolución social del hombre”.

Pues bien, un coloso arquitectónico, un grupo de éstos, la conformación de las primeras civilizaciones hasta llegar a las grandes orbes de la actualidad, le deben gratitud eterna a ese sentido gregario del hombre. Pero la gratitud no es suficiente, es más en estos momentos no alcanza para comprender desde el punto de vista del sentido lo que significa y las implicancias que posee vivir en una gran ciudad y convivir con millones de sujetos inmersos en la inevitable vorágine postmoderna con la multiplicidad de significados creados a partir de las más diversas necesidades, ya sean propias o influidas por terceros.

La recurrente búsqueda de significado del ser humano a lo que éste ha construido, lo lleva a transitar por parajes que no siempre guardan relación con un concepto físico de ciudad, en primera instancia, aunque debemos aclarar que no todos los habitantes comprenden de manera crítica y juiciosa desde la opinión cívica, que una ciudad representa mucho más que el lugar donde transcurren sus vidas en un periodo de tiempo determinado. Por tanto, nos atrevemos a afirmar, que detrás de todo concepto arquitectónico subyace un concepto ideológico, filosófico y/o pragmático, que antecede a la construcción de ese lugar compartido tanto por poderosos como por ciudadanos comunes.

De lo anterior, podemos anticipar que una cuidad como concepto, cualquiera sea ésta, es una construcción que responde a diversos factores, sean estos políticos, históricos, culturales, económicos, y a la multiplicidad de necesidades manifestadas por sus habitantes, sean éstas explícitas o tácitas. Desde esta perspectiva, la ciudad es un constructo social que responde a un imperativo multicultural de orden mayor, dado que se ha constituido como el lugar ideal donde confluyen maravillosamente todas aquellas ideas que nos caracterizan como la especie creativa por excelencia.

En síntesis y como se mencionó con anterioridad, la ciudad es un constructo social que hace suyos los rasgos de dinamismo, perfectible y proyectable en lapsos de tiempo que incluyen proyectos de corto, mediano y largo plazo, como procesos modernizadores e intencionados hacia objetivos que responden (o que debieran responder) hacia la concreción de un bien común. Sabemos por los registros históricos que ésta ha sufrido cambios a consecuencia de nuestros actos, tal aseveración es aplicable a la mayoría, sino a la totalidad de las culturas actuales. Luego pensar que la cuidad es un coloso estático es un error y está muy lejos lo que hoy cualquier hombre común debiese comprender dentro de su imaginario individual y colectivo como el lugar que cobija sus necesidades y alberga sus esperanzas.

viernes, 5 de diciembre de 2008

SIGUEN LAS CLAUSURAS




El taller de narrativa de la Biblioteca Municipal, dirigido por Jaime Millas, cerrará sus actividades el Lunes 15 de diciembre a las 19 horas, con la lectura de algunos textos breves de sus integrantes.


Se invita a todos los maipucinos a presenciar este acto.

LANZAMIENTO REVISTA LITERARIA




Colectivo El Puñal tiene el agrado de invitar al lanzamiento de su Revista de Creación Literaria "El Puñal" Número 1.


Se realizará la lectura de textos publicados y la entrega de premios del Primer Concurso de Poesía 2008 "Ciudad y Memoria". Acompañarán las melodías de Felipe Cadenasso, músico emergente y líder de la banda chilena Matorral.


Este evento se realizará el jueves 18 de diciembre a las 19 horas, en el Auditorio del Instituto Chileno Norteamericano de Cultura, ubicado en Moneda 1467 (entre Teatinos y San Martín), Santiago Centro.

jueves, 4 de diciembre de 2008

CLAUSURA TALLER LITERARIO DE POESÍA


La Municipalidad de Maipú tiene el agrado de invitar a usted a la Clausura del Taller Literario de Poesía, a realizarse el día martes 9 de diciembre, a las 19.00 hrs, en la Biblioteca Municipal, ubicada en Alberto Llona N° 1921.
En este evento se expondrán los trabajos realizados durante el año por el Taller.

domingo, 30 de noviembre de 2008

LANZAMIENTO


El Departamento de Cultura de la I. Municipalidad de Maipú, tiene el agrado de invitarte al lanzamiento del libro El ejercicio del café (20 inútiles poemas y una canción de amor a la fuerza) del poeta Ricardo Sánchez, Orfo.
El evento se realizará el viernes 12 de diciembre a las 19.00 horas en el Teatro Municipal de Maipú.
La presentación del libro estará a cargo del Académico de la Universidad Católica Silva Henríquez, Profesor de Estado y Doctor en Literatura, Jaime Alberto Galgani Muñoz.

ALGO ASÍ




ALGO ASÍ



De vez en cuando, dormía así:
con los brazos cruzados,
curvos y apretados
sobre la cálida luna de su vientre.
Soñaba tal vez...
Acunando, conteniendo, prolongando
todos los calores
los orgasmos, los temblores,
inducidos por...
el tanteo, la lamida y el jadeo
del intruso persistente,
(no nombrado)
empecinado en guarecerse
en el húmedo refugio
que (ella) esconde entre sus piernas.
Los viernes, noche,
casi rozando la madrugada,
después de la venida, la irrupción
y la estampida al galope
del Amatorio Prestado
( y para no llorar su falta...)
ella dormía así.



Amanda Espejo
Quilicura/20/05/07 * Amanda Espejo reside en quilicura y es parte del GRUPO LA MANCHA, con el cual desde hace ya más de tres años publica y distribuye gratuitamente por la comarca y alrededores una revista para el discurso literario llamada LA MANCHA, en la cual tienen cabida, transversalmente, todos los que tienen algo que maifestar por medio de la palabra. El problema es sólo de espacio.

martes, 25 de noviembre de 2008

Programa de Radio Actualizado

Queridos lectores, el último programa radial transmitido el sábado 22 de noviembre ya esta listo para bajar desde el blog, solo haga Click AQUI
También el programa radial se puede escuchar por medio de la web PodCaster, haz Click AQUI

lunes, 24 de noviembre de 2008

(DES)CONCIERTO



Este es el segundo premio de poesía del Concurso "Recordando a Gabriela y Pablo"


(DES)CONCIERTO


Siguiendo tus pasos extravié mis ojos

extravié el norte

voy reptando tus desiertos como pájaro herido


soy grito taladrando sienes


soy gemido en fuga desde un violín roto


Yorka Gallegos

jueves, 20 de noviembre de 2008

PRIMER LUGAR NARRATIVA





Presentamos el texto ganador en Narrativa del Concurso "Recordando a Gabriela y Pablo



Miedo.
Dedicado a Juan Enrique Salinas Páez, mi hijo.
“Aquí es donde fui golpeado, además fui herido,
tuve miedo, pero no desistí ”.

Nikos Kazantzakis

La noche se abrigó de estrellas y trajo susurros que desterraron el tráfico a un exilio de varias horas. Por la calle iba el peligro, como una muerte anónima, dispuesto a derribar a cualquiera que no hubiese acatado la orden .Es el tiempo del apocalipsis, de la injusticia que actúa con plena certeza de triunfar. Es el fatídico toque de queda que trae las horas más amargas de los torturados. La ley de fuga es reina absoluta de la noche y la voz de una mujer, de miles de mujeres, clama para que el violador se aleje, llora para que sus entrañas no sean masacradas y humedecidas por tanta lujuria y maldad. Quizás algún nombre salga con vergüenza y remordimiento de las bocas duramente castigadas.
Es tarde, aprieto el paso y la mano del niño. Hurgo en la semioscuridad. Nadie. Entonces corremos hasta que el olor a neumáticos quemados y la picazón en los ojos me alerta. En ese instante vemos la barricada y a ellos, algunos con metralletas, otros con palas. Despejan el lugar.
Toque de queda. Ha empezado hace poco, un siglo, no sé. Lo único que siento es mi temblor y el de mi hijo. Nos deslizamos pegados a una muralla. Detrás de los árboles escondemos nuestros miedos. Maldigo en silencio haberme quedado hasta el final de la reunión. Sé que no puedo permanecer allí y retrocedo hasta la casa de la señora Elia. Anhelo un milagro, tal vez la puerta esté abierta, busco el picaporte y vislumbro la salvación. Nos zambullimos en el jardín. El perfume de las flores se pierde entre los insultos de ellos y ahí, a pocos metros, veo las botas: “ Y va a caer , y va a caer “ escucho a lo lejos, luego ráfagas de metralleta, carreras, disparos dentro de la cabeza, del corazón, todo mi ser está lleno de estruendo y pasa un segundo, quince minutos, una eternidad. Abrazada a mi hijo espero, esperamos, esperamos. Cuando todo ruido cesa, nos adueñamos de la avenida. Un perro camina lento, el hambre lo alcanzó como saeta mortífera. Nos mira con indiferencia.
Un vehículo se acerca. Instintivamente tomo a Juanito, nos escondemos detrás de un montón de tablas. “ La rueda del tiempo “ se detiene, la sangre sube a la garganta, a mi cabeza, transpiro frío, las piernas tiemblan, un ahogo golpea, derrumba. Miro. Cuatro hombres y lo único que espero es que pasen, se alejen para llegar a la tibieza de nuestra casa y refugiarnos en los brazos de Pedro. El auto avanza punzando con sus luces las casuchas amontonadas en su pobreza y desamparo. El niño no habla, apenas respira. Nuestros ojos están fijos en el peligro que se desliza como una serpiente dispuesta a matar a cualquiera. Pasan millones de años y el vehículo está detenido muy cerca del pasaje donde vivimos. Cuando la desesperación me aturde, ellos se van, desaparecen de mi vista, de mi vida, del cosmos.
Corremos, volamos hasta llegar a la puerta absurdamente abierta. Prendo la luz y casi no puedo creer lo que veo. Las sillas están volcadas, pedazos del espejo esparcidos por el suelo, la cama revuelta, el colchón abierto hace una mueca grotesca. Juanito llora al ver su payaso destrozado.
Creo nadar en un río de témpanos. Busco a Pedro .El desaliento me acorrala, un trueno estalla en el pecho y lloro junto a mi hijo. Olvido su nombre.
La voz del niño me hace reaccionar: - mamita, vámonos – lo miro, respiro profundo.
Una luna miserable alumbra. Abandono la casa, las ilusiones, mi nombre, como si fuesen ataduras. Golpeados y heridos en el alma, nos vamos.
Emilia Páez Salinas

Septiembre 2008

Actualizacion Blog Circuito Literario

Estimados ya esta actualizado nuestro blog "Circuito Literario" con los enlaces del programa radial nº 6
solo deben pichar
AQUI

miércoles, 19 de noviembre de 2008

REUNION SUSPENDIDA

Se suspende hasta nuevo aviso la reunión del Círculo Literario de Maipú el próximo viernes 21 de noviembre en el Teatro Municipal.

"Synco" la ciencia ficción que se hace hoy en Chile



Amigos y amigas del "Circulo Literario" le paso a presentar a Jorge Baradit M (1969), comunicador visual y escritor, diseñador grafico de 36 años, chileno que escribio “Ygdrasil” y acaba de lanzar su libro "Synco". La verdad es que he quedado con muy pocas palabras en relación al trabajo que ha hecho este escritor joven en el mundo de las letras y la ciencia ficción, he quedado con pocas palabras con su trailler que mostro en el lanzamiento de su libro el recien sabado pasado y con las ideas que proyecta en su libro "Synco". No tengo nada mas que decir, que la mejor ciencia ficción se hace hoy en nuestro pais y lo que mas me hace feliz es que viene de la mano de una generación joven. Mejor ustedes formense su propia opinion. Los invito a visitar el blog de Baradit:

lunes, 17 de noviembre de 2008

INVITACIÓN DE AMANO




Se invita para el día Sábado 22 de Noviembre, al 1° Café Literario organizado por el Colegio Santa María de la Cordillera. La actividad se realizará desde las 18:00 hrs. en el Colegio ya mencionado (Calle Gabriela, paradero 30 de Avenida Vicuña Mackena, línea 4 del metro , estación Sótero del Río)

La actividad contará con la presencia de los escritores:

Carlos Cornejo
Renzo Rosso
Cristian Fox
Ricardo Sánchez Orfo

Organiza: Colegio Santa María de la Cordillera y Escritores Independientes de Chile.

Invita y Patrocina: AMANO

domingo, 16 de noviembre de 2008

PRIMER LUGAR POESÍA




Presentamos el texto ganador del Concurso antes referido:


Biografía de una desconocida


Unas pocas líneas no bastan para describir un sueño...

En largas escenas vívidas, ella se ha ido hundiendo en el temor a los recuerdos, porque jamás supo de un amor verdadero.

Un hombre, cuatro hijos, un círculo rutinario; marcada con efímeras pausas de amor, y con desenfrenadas maneras de vivir su propio infierno.

Sintió hambre, al salir el sol, la noche la embriagó con música, se creía de noble estirpe por su nombre de origen inglés, estúpida arribista, jamás tuvo la oportunidad de ser; de amor, ni hablar, fue penetrada con furia animal. (Debía rezar varios padre nuestros al día).
No todo fue tan malo, tuvo momentos de felicidad, no muchos, los hijos fueron una alegría en su vida.
¿Qué tenía entre sus manos? ¿Se había convertido en servidumbre para los hombres?

Unos pesos para alimentarse, vagaba sin rumbo, nada reflejaba su figura frágil ni su hermosa cara. La sífilis terminó con su vida, un ramo de flores en su tumba y la inscripción común.

Nombre desconocido.
(Que se fue al cielo hasta fundirse en las estrellas).


Gladys Salinas

GANADORES CONCURSO "RECORDANDO A GABRIELA Y PABLO"





La siguiente es la nómina de ganadores del concurso:

POESÍA: Primer Lugar, Gladys Salinas Fuentes, por "Biografía de una desconocida"
Segundo Lugar, Yorka Gallegos, por "Des(Concierto)"
Tercer Lugar, Angelina Milla, por "Silencio y miedo"

Primera Mención Honrosa, María Villegas, por "Profesor Manuel Guerrero Ceballos, ¡Presente!"
Segunda Mención Honrosa, Orietta González, por "Ojos en la ciudad" Tercera Mención Honrosa, Patricia Franco, por "En lo principal"
Cuarta Mención Honrosa, Benjamín Zúñiga, por "Milagro de amor".

NARRATIVA: Primer Lugar, Emilia Páez Salinas, por "Miedo"
Segundo Lugar, Palmenia San Martín, por "La dama del balcón"
Tercer Lugar, Medeliz Aguirre, por "La bisabuela"

Primera Mención Honrosa, Sergio Canales, por "Perforación"
Segunda Mención Honrosa, Juana Rubio, por "La perforación" *
Tercera Mención Honrosa, Haydeé Sandoval, por "La número 49"

El jurado estuvo conformado por: Ricardo Lagos, Jorge Pacheco y Enrique Lamas.

Destacamos la presencia a este acto de don Pablo Guíñez.

Dentro de lo posible, se publicarán aquí algunos de los textos premiados.

(*) La información fue obtenida por escrito. Podría ser coincidencia o error en los títulos.

jueves, 13 de noviembre de 2008

PREMIACIÓN CONCURSO LITERARIO









Se rectifica la información anterior referente al horario de dicha premiación. Será a las 18.30 horas, en lugar de las 16.30, (como se había indicado por error) el próximo domingo 16 de noviembre, en Guayaquil esquina de Porvenir, en la sede ampliada del Centro Cultural Manuel Guerrero C.

Se invita a todos los participantes en el Concurso, vecinos de Maipú y amigos de la literatura.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

BARUC


Nació en Santiago el año 1941. Inicia su caminar en el mundo de las letras al ingresar al taller de Víctor Vera en el año 1999. Da obtenido diversos reconocimientos literarios, entre los que se destacan: Primer Premio en narrativa los años 1999 y 2000, en el Concurso Recordando a Gabriela y Pablo. Certamen Literario Eusebio Lillo 2000. Cuentos en Movimiento 2001 y 2005. Fondo de las Artes y Eventos Culturales Bicentenario de la I. Municipalidad de Maipú 2006. Sus cuentos han sido incluidos en las antologías: La Jaula, La noche de los calamares, Palabras en tránsito, Cuentos en movimiento, Antología Narrativa de Maipú y Revista Cultural Maipú.
Publicó la novela Payasos de la Muerte, en 2007.
CUENTO
Ernesto, me llamo Ernesto
El horror, ¿Puede ser provocado por un rostro? En verdad que sí, y pude comprobarlo al mirar el mío en ese vidrio del aviso publicitario en la estación de trenes de Temuco. Ese rostro y el cuerpo reflejado, era el de los llamados botados, perdidos, abandonados. De esa subespecie humana con la cabeza de larga melena arremolinada, un rostro cubierto de pelo con una nariz y boca ulcerada por las infecciones. Aminora ese espectáculo grotesco, los ojos, esos ojos implorando por un mendrugo de pan, similares al de un perro que ha sido brutalmente golpeado. El cuerpo cubierto de harapos y bichos de todo tipo viviendo en la fetidez y la mugre. De los labios de ese miserable nació como un quejido lastimero, la pregunta.- ¿Ernesto, eres tú? ¿Adónde has descendido en la degradación humana?- Lloré por largos minutos y el llanto se fue incrementando hasta finalizar en aullidos de dolor, interrumpidos por los bastonazos del guardia, exigiendo que abandonara el andén. Antes de escurrirme en los oscuros pliegues de la noche, busqué en los tarros de basura algunos restos de comida. El hambre despedaza el estomago y el dolor casi siempre es intolerable. Yo sé que es tener hambre. Padecer en silencio, resguardándome de la lluvia y el frio, buscando algo de calor en los perros vagos que duermen junto a mí. Pobre Ernesto, hace muy poco tiempo que eras otro. Un señor muy respetado. El ingeniero en jefe de la empresa. El padre, esposo, amigo, envidiado por muchos. El alcohol destruyó a ese Ernesto. Existe éste, éste que pelea por una calabaza de chicha, de los restos de licor en botellas abandonadas a la salida de una cantina o de un burdel. Necesito regresar a Santiago…
Necesito regresar a Santiago, encontrar a mis hijos. Recuperarme. Otra oportunidad. Tengo sed de vino. Debo permanecer fuerte ante el vicio. Busco el tren de carga con destino a la capital. Esperé que el andén mostrara una estación ferroviaria desierta, iluminada por una bombilla; un andén solitario que sugería un empalme perdido en una región extraviada y maldita. Agazapado entre las ruedas y los rieles, encontrar algún vagón abierto para escurrirme en su interior. Al fin uno cerrado, terriblemente frío y oscuro. Un malévolo presagio me invadió, quise salir del coche, pero, desde afuera cerraron con un lastimero gemido metálico y un candado, eliminando toda posibilidad de escape. Otra vez mi destino, mi negro destino. Estaba decidido a volver junto a mis hijos. Y olvidando los temores, apretando fuertemente un saquito con mis documentos, un cabo de vela con algunos fósforos que robé a otro perdido. La Virgen de los rayos, a quién me encomiendo en los momentos difíciles. En lo profundo de las esperanzas solicité ahuyentaran las tinieblas que habían invadido el corazón. Me preparé a dormir situándome en un rincón cercano a la puerta. El dolor del hambre es intenso, asciende por el pecho, apoderándose de uno de mis brazos. Lo soportaré. El tren se ha puesto en marcha, lleno de crujidos hundiéndose en la oscuridad. La lluvia irrumpe con fuerza. Intento descansar en la soledad de la noche, mi lóbrega, triste y amarga soledad…
De la oscuridad y cortando el ruido de las ruedas de hierro sobre los rieles… el sonido de dos tapas de madera que al caer, tañen el piso metálico del vagón. Pasos que ahuyentaron las tinieblas, finalizaron en el lado opuesto al que me encontraba y dos voces airadas iniciaron el altercado.
- No debiste beber más de la cuenta. El conductor del auto que debía permanecer sobrio ¡Un borracho de mierda! Tú eres el único culpable – Dijo la voz dominante de tonos graves.
- Los nervios, compadre, y la forma de calmarlos es con un traguito. Se me pasó la mano, compadre Juan, discúlpeme- Respondió la otra voz, sumisa y chillona, entre culpable y molesta.
- Demasiado tarde para arrepentirse y si de arrepentimientos se trata, no tenemos perdón de Dios ni del Diablo. Justo ahora que todo salió perfecto, tenías que cagarla, Manuel.
- Pero, usted también tiene culpa. Se lió a tiros con los Ratis y me obligó a apretar cachete a toda velocidad y la porquería de auto no daba más de 180. Y mientras más nervioso, más… Usted sabe, pos, cumpa. Además la dirección estaba como las guevas. Debimos robar un auto mejor, y no esa mierda que era pura pinta, no más…
Así continuaron discutiendo, recordando fechorías y crímenes pasados. A veces a punto de darse golpes y otras estallando en risotadas entre el ruido de botellas ¡La sed! La horrible sed secó mi garganta y mis labios me parecieron que se hinchaban por la falta de alcohol. Pero el miedo detuvo la imploración por un sorbo de bebida. Algo terrible, desconocido acechaba en la oscuridad y ese olor fuerte, nauseabundo… Una sonrisa irónica nació en la sequedad de los labios, debido a que los dos tipos eran más fétidos que yo. Mi estómago, el pecho y brazo no cejaban en su constancia dolorosa, quise toser, pero… el miedo que emergía del lugar en que se encontraban los dos hombres, que surgía de ese oscuro túnel, paralizando mis entumecidos músculos, detuvo hasta la respiración. Mi pecho, el dolor le destroza y dobla mi cuerpo hasta poner la frente en el frío piso del coche de carga. De pronto el llamado Manuel solicitó silencio a su compañero y dijo.
- ¡A callar!, compadre, ahora ya no estamos solos. Al frente tenemos compañía. Al principio creí que era un perro, pero, es otro desgraciado como nosotros.
Los hombres se acercaron. Dos siluetas oscuras que se destacaban en las tinieblas, dos hombres cuyos rostros invisibles, detuvieron sus pasos a escasos metros de mí…
- Por favor, no me lastimen, soy un vago, uno de esos que llaman botado, basura, un alcohólico, deformado por el vicio. Si ustedes me vieran. Se horrorizarían. Mi rostro deforme, sucio y lleno de bichos. ¡No me lastimen, por favor! Sólo deseo llegar a mi destino. – Dije, con voz dominada por el temor.
Ambos respondieron con una risa que terminó en incontenibles carcajadas y conteniéndose a duras penas, el llamado Juan, me dijo.
- Si nos vieses a nosotros, si nos vieses a nosotros, no te preocuparías, compañero. Prende el cabo de vela que tienes en el saquito, nos presentaremos. Somos almas malditas, compañero… y pronto llegaremos a nuestro destino. No te olvides que puedes estar media hora en el paraíso antes que el diablo sepa que estas muerto. Aprovechemos esa media hora, compañero
Encendí el cabo de vela y lo que vi me sobrecogió de terror. Uno de ellos con el rostro despedazado y parte de su vientre abierto, el otro sin un brazo y la cabeza destrozada en un profundo corte. Desfigurados, terriblemente desfigurados. Sus cuerpos iniciando la descomposición, un líquido negruzco y viscoso se escurría por sus despedazadas ropas, gota a gota… La lluvia disminuyó y el alba intentó penetrar tímidamente por los resquicios del vagón maldito. El tren se acercaba a la estación de destino. Ambos hombres volvieron a sus cajas y yo no sentía ese dolor terrible en el pecho. El tren se detuvo y al paso de algunas horas el vagón fue abierto. El funcionario de ferrocarriles observó y le dijo a su colega.
- Mira a esos dos desgraciados que se mataron huyendo de la policía, se agrega este otro. De esos dos conocemos sus identidades, ¿pero de éste vago?
- Me llamo Ernesto, Ernesto González. Ernesto, como la Importancia de llamarse Ernesto. Intenté mostrarle la bolsita con mis documentos, pero el brazo no respondió…
-
Mira, los tres llegaron a su destino en este carro maldito, el número pintado en su costado así lo indica el INF 666. Y, de aquí al Instituto Medico Legal.
- Fíjate, el pordiosero tiene el rostro desfigurado por el miedo… - Replicó el acompañante. Cerrando el vagón y de nuevo el andén solitario que sugiere un empalme perdido de una estación extraviada y diabólica. Pavor, oscuridad, el horror, no me dejarán escapar…

lunes, 10 de noviembre de 2008

EL PÚGIL: Feria Internacional del Libro 2008

Estimado amigos y amigas del "Circulo Literario" les dejo aca una invitacion para el lanzamiento del libro titulado "El Púgil", esto es solo una pequeña muestra de lo que se esta haciendo en ciencia ficción en Chile, El lanzamiento es el día Martes 11 a las 19:30 horas, vean más detalles haciendo click aqui

domingo, 9 de noviembre de 2008

YORKA GALLEGOS






(Los Angeles, 1941). 1er lugar en concurso “Regional de Aficionados”, organizado por radio “Soberanía de Linares", declamando poesías de autores de la década (1959). Ese mismo año participa en el programa “Nuestros Poetas” en radio “El Roble” de Parral.
Se inicia como locutora en radio “Araucanía” de Concepción (1961) y continúa su actividad artística en “Portales” de Talca, luego se traslada a Santiago (1966) para animar en radio “Agricultura” “La Ronda Matinal." Dos años más tarde, se retira para conformar su vida familiar.
Durante el año 2004 retorna con el programa “Aperitivo Musical” y “El Eco de las Palabras”. En 2005, realiza el programa literario del taller Litemai en radio EME de Maipú.
Actualmente forma parte del “Taller de Poesía Avanzada” de la Biblioteca de la comuna y sus poemas han sido publicados en la “Antología Poética de Maipú” y “Antología Talleres Literarios 2007”.
Es alumna activa de un Grupo de Teatro del Adulto Mayor y miembro del Círculo Literario.
3 POEMAS
ARPEGIO EN AIRE MAYOR

Cabalgaré en una ola de espuma
cruzando la ciudad a oscuras
y en el ángulo frío de la noche
desnudaré mis emociones
respirando el aire que respiras

¡Como estremecer el universo!
con la fuerza tempestuosa del mar!
buscando entre las nubes
un racimo de besos plasmado
en la memoria

Aún crece tu voz en el silencio
aún tus huellas no se ahogan con la lluvia
tu presencia no ha dejado de latir
en las murallas más altas del alma.


ANIVERSARIO

Hay un silencio que me habla
y de paso
enciende las velas
la cena fría
la espera
y el champán desvanecido
en dos copas

Una ventana se abre en el cielo
y tú
sostenido en la locura
seduces a la luna
que arde en su lecho

Un orgasmo tiembla en el estuche
un canto aniversario
y una cena fría
que el fuego una vez más
hizo cenizas


ESPACIOS


Coge tu mochila y ándate
no dejes la puerta abierta
¡caerán moscas en la sopa!

Pero te advierto
tarde o temprano
se infectarán tus manos
con la tierra de las plazas
donde duermen los perros sarnosos
hambrientos

más vale que busques otro sitio
lejos de esta ciudad
lejos
donde se apaguen las bocinas
las mismas que perforan los oídos
como bombas activadas
en campos de batalla


Ándate al campo con aire limpio
con cielos sin orillas
con frutas colgadas de los árboles
y con el sol cayendo de bruces al río.

sábado, 8 de noviembre de 2008

PROGRAMA RADIAL SÁBADO 8 NOVIEMBRE

PREMIACIÓN CONCURSO


El domingo 16 de noviembre, a las 16.30 horas, se efectuará la premiación del concurso literario del Centro Cultural Manuel Guerrero C. "Recordando a Gabriela y Pablo", en Guayaquil, esquina Porvenir.
Están todos invitados a presenciarla y compartir la alegría de los galardonados.

martes, 4 de noviembre de 2008

Rolando Salas Cabrera


Tras una ausencia de más de tres décadas, el poeta, actor y profesor Rolando Salas Cabrera visitó fugazmente Chile, dejando una antología de poemas publicada en España, que abarca su producción literaria desde 1974 hasta 2004.
El siguiente poema aparece en dicho volumen:



A Juana



En el bar de la esquina

muere Juana diez horas al día.

Juana va y viene

para que sus hijos coman.



Yo soy poeta y Juana muere cada día.



No quiero yo un futuro para Juana.

Quiero entregarle el presente.

Y el presente es la muerte

o un beso que espante las congojas.

O morir con Juana cada día.

O descubrir juntos la luna

en la undécima hora.

O llorar abrazados

en un banco del parque y

embriagarnos con vinos del olvido.

Escribir un poema y deslizarlo

en el bolsillo de su delantal

e incendiar esa esquina

y huir con Juana a un escondrijo.

O decirle una mentira:

que hay futuro...

que soporte...

que sus hijos...




O puedo simplemente

coger a Juana de la mano.

O puedo simplemente

arrimarle mi cuerpo como un lecho.

O puedo simplemente

despedirme de Juana

y perderme en la calle.

lunes, 3 de noviembre de 2008

EL HOMBRECITO DE LA CASA

Esa fría mañana de invierno, ya no podía más con su conciencia, escribió una breve carta, con frágil letra ligada, manchas de tinta diluida fueron testigo de su angustia, de su pesar y sobretodo de su arrepentimiento, pero ya era tarde, muy tarde.

Josefina es una mujer fuerte. Tras la muerte de su esposo Tomás, hace ya 15 años, tomo las riendas de su hogar y aunque recibió una pensión casi digna, el dinero empezó a escasear, y a medida que crecieron los niños, Tomasito de ocho años y Joaquín de cuatro, se decidió a trabajar en lo que fuera, lavaba, planchaba, atendía un almacén, hacia costuras y se encargaba de los niños y la casa.

Tomás y Joaquín, ante la repentina muerte de su padre, notaron como su situación fue cambiando, ya no estaban con la mamá el tiempo que acostumbraban, los regalos eran menos y las privaciones más.

Tomás por ser el mayor, entendió mejor lo sucedido e interiormente pensó que su madre necesitaría de él, a sus cortos años se propuso ser su apoyo sería “el hombrecito de la casa” como lo llamaba su padre cada vez que por algún viaje debía ausentarse, encargando al niño, en forma simbólica por cierto, el bienestar de su madre y hermano. Lo decidió, sintió que no podía defraudar a su padre y cada noche se dormía, pensando en el futuro, en como ayudaría a su madre, y en como sacaría adelante su familia.

Joaquín aunque a veces, un poco rebelde, se destacaba por ser muy afectivo, cariñoso y sociable, tenía la habilidad de “caer bien” en todos lados.

Josefina se sentía orgullosa de sus hijos, agradecía a Dios la madurez de Tomás, quien a medida que aumentó en años, se hizo mas responsable y cooperador con los deberes y gastos de la casa.

A los catorce años, decidió trabajar medio tiempo, a pesar de la rotunda oposición de su madre, a quien convenció prometiéndole que no descuidaría sus estudios. Fue contratado como junior en una oficina de abogados, le gustaba su trabajo, era inteligente y dedicado, lo aprendió con rapidez, supo distribuir su tiempo entre la casa, el trabajo y el estudio.

En la adolescencia, no pasó por la típica etapa de conflictos, salvo una que otra pelea con su hermano, a quien tildaba de inmaduro e irresponsable, porque Joaquín se tomaba la vida en forma distinta, sabía que contaba con su hermano, en cierta forma descansaba de sus preocupaciones, sabía que Tomás siempre estaba pendiente de sus necesidades y fue lo más cercano a una figura paterna, a pesar que sólo era cuatro años mayor.

A Joaquín desde muy pequeño le atrajo la música, poco a poco se convirtió en su afición, aprendió a tocar varios instrumentos, guitarra, bajo, flauta y hasta un viejo acordeón olvidado y empolvado que encontró en un viejo armario. Solía juntarse con amigos del barrio y del colegio a tocar, una vez por semana se turnaban para ocupar como estudio la casa de los integrantes del grupo. Aunque a Tomás lo descomponía el ruido ensordecedor de los instrumentos, que desafinaban sin compasión, se sentía bien de ver que su hermano tenía ese gusto por algo tan sano, como la música.

Después de terminar en forma exitosa la secundaria, Tomás a los 18 años rindió su examen para estudiar derecho, después de varios años trabajando en el estudio jurídico y a la luz de la buenas recomendaciones y condiciones para esa profesión, se propuso ser abogado y de los mejores. Su examen fue excelente lo que le permitió ingresar sin problemas a la más prestigiosa universidad, su alegría fue mayor cuando le informaron que había sido favorecido con una importante beca de estudios, la que sin duda le ayudaría a cumplir su sueño. Feliz le dio la noticia a su madre, quien lloró de alegría, lo abrazó y le dijo que estaba muy agradecida de la vida por tenerlo como hijo. Ese día se durmió pensando en el futuro, planificando lo que se venía, tratando de vislumbrar lo que le esperaba, sabía que se tendría que esforzar más aún, pero bien lo valía la sonrisa de su madre, sabía que con estudios sería más fácil ayudar a su familia.

Por su parte Joaquín formó su propia banda, y participaba en los más variados eventos a beneficio que se realizaban, tocaba en las escuelas, en actos comunales, era el invitado infaltable en las fiestas.

Josefina se sentía feliz, veía a su familia y pensaba en lo orgulloso que debía sentirse su esposo, por la bonita familia que tenía. Sus hijos habían crecido eran personas de bien, veía que el esfuerzo tenía ya sus recompensas. Pero algo la inquietaba, no todo podía ser felicidad, le preocupaba que Tomás cada día fuera menos sociable, lo consumía su trabajo y sus estudios, prácticamente no tenía amigos, no salía a divertirse y nunca le había presentado una chica, cuando lo conversaban decía: - “no te preocupes mamita, hago lo que me gusta”.

Joaquín en cambio siguió siendo un joven sociable, tiene muchos amigos y pasa poco tiempo en casa, no le dedica mucho tiempo a sus estudios, lo que repercute en sus calificaciones, aunque nunca reprobó un curso. Pronto saldrá del colegio y aún no tiene claro que hará de su vida. Cuando le tocan el tema contesta entre risas que está muy joven para preocuparse, que su pasión es la música y que él hará lo que le gusta, no pretende tener de amigos a un montón de libros, como su hermano, le gusta ser popular y estar siempre rodeado de gente, especialmente de jóvenes muchachas. Su madre le aplaude en cada presentación, está orgullosa, le toma fotos, lo graba, le celebra todos sus chistes y le encanta la alegría desbordante de su hijo.

Tomás seguía con su rutina muy marcada, se le podía encontrar en la universidad, en alguna clase o en la biblioteca junto a un cerro de libros y una vez a la semana haciendo ayudantía, lo que le permitía repasar sus materias y tener un dinero extra, para sus estudios o para apoyar a su madre y hermano, aunque nunca dejó el trabajo en la oficina, pero el hecho de estudiar le permitió hacerse cargo de otros asuntos, dejó de ser sólo un junior, pasó a ser todo un ayudante legal administrativo y tenía la libertad de acomodar su horario de acuerdo a sus estudios era muy querido en la oficina y su jefe continuamente reconocía su inteligencia y tesón. Se siente feliz de sus logros, y disfruta llevando buenas noticias a mamá, le cuenta de sus calificaciones, de los comentarios positivos de sus profesores, y de su jefe, la toma de la mano y le dice que pronto ella no deberá trabajar más, porque el la mantendrá y podrá darse gustos, como un nuevo vestido; de los caros, podrá preparar ricas comidas o lo que es mejor, la llevará cada semana a conocer un restaurante distinto, donde podrá disfrutar de las mejores recetas. Para Tomás ver feliz a su madre es su recompensa.

Aunque el tiempo ha pasado para Tomás las cosas no han cambiado mucho, sigue con su tiempo acotado por los estudios, el trabajo, la casa, la familia, y es justamente este punto el que siente se le escapa de las manos, está muy preocupado, Joaquín terminó la secundaria, hace ya un año y se rehúsa a seguir estudiando, se enfrasca en discusiones con su madre quien ya no le celebra todas sus payasadas, le recrimina sus llegadas tardes y con olor a alcohol. Josefina está preocupada por el futuro de su hijo, y piensa que es su culpa, por no haber puesto mano firme desde el principio, pero ella siempre quiso ser amiga de ellos, apoyarlos en todos sus gustos y la música es algo hermoso, no tenía argumento válido, para pedirle que la dejara, lloraba y pensó en su esposo, en que haría él, pero no hallaba respuesta, quizás necesitaba un hombre mayor en casa, alguien que llevará las riendas, y así liberar de esa responsabilidad a Tomás, tenía un par de pretendientes, pero ella nunca les dio importancia, ahora se lo planteaba como una solución.

Tomás continuamente, tenía discusiones con Joaquín, catalogándolo de rebelde, mal agradecido, intentaba hacerlo sentar cabeza, le dolía ver a su hermano perdiéndose, desaprovechando oportunidades, le indignaba ver como hacía sufrir a su madre, pero a Joaquín, poco le importaba, vivía su mundo, se había convertido en un egoísta, egocentrista, manipulador y un vividor, se había acostumbrado a no tener responsabilidades, a que las cosas giraran en torno a él, le acomodaba ser el centro de atención.

Esa noche Tomás estaba más cansado que de costumbre, se preparaba para un examen, le faltaba sólo un semestre para graduarse, pero no se podía concentrar recordaba la conversación que había tenido con su madre, a quien encontró con los ojos enrojecidos al regresar a casa, sabía que era a causa de Joaquín, quien cada día estaba mas extraño, había dejado la banda, sentía que solo le iba mejor y se había rodeado de otro tipo de gente. Ante la preocupación de Tomás y el intenso interrogatorio al que la sometió, su madre le contó detalles que había ocultado para no preocupar a su hijo, hacía tiempo que faltaba el dinero que juntaban en el frasco de la cocina, por lo que tuvo que cambiar su escondite, sin embargo, volvió a desaparecer, y también habían desaparecido algunos objetos, como el reloj del papá, que ella había guardado celosamente, como única pertenencia de su esposo, era su tesoro, y a pesar de los malos tiempos nunca se deshizo de el, también faltaba ropas y herramientas. Por la mañana ella lo había confrontado, y el se mostró muy molesto porque según dijo “mi propia madre duda de mi, cree que soy un ladrón”, había salido de la casa, dejando en el ambiente un aroma nauseabundo, una mezcla de alcohol y suciedad.

Tomás como siempre intento calmar a su madre y darle una solución, prometió que se haría cargo, aunque pensaba en como lo haría si ya no tenía tiempo, y estaba en un momento crítico de sus estudios, la consoló, secó su lagrimas y beso su frente. Pero su madre también le comentó que quizás era mejor buscar una pareja, -en casa hace falta una figura paterna -, dijo, le explicó que ya no quería sobre exigirlo con ese rol que no le correspondía, porque era sólo un joven y que ella quería entablar una relación afectiva con el señor Sergio Sanfuentes quizás el podría arreglar las cosas, era un buen hombre viudo, trabajador aunque de apariencia ruda, era educado y hacía muchos años que estaba interesado en su persona.

Tomás sintió como una estocada en el corazón, una serie de sentimientos alborotados afloraron de su ser, sintió rabia, pena, impotencia, dolor, celos.

Había subido a su cuarto, tratando de tranquilizarse, corto de golpe la conversación con su madre, con un ¡¡Tú no puedes hacer esto!!

Y ahora estaba ahí pensando, buscando la solución, pero las palabras de su madre repicaban en su cabeza y lo estaban ahogando, no se podía concentrar y tenía que buscar la solución ¡¡ya!!.

Era la 1:45 de la madrugada cuando salió de casa, vestía su antiguo y desgastado gamulán, un gorro de lana para abrigarse del frío, temblaba y una densa y húmeda niebla, le ofuscaba los pensamientos. Empezó a recorrer bares y discotecas, buscando a su hermano, quería conversar con él y contarle de los planes de mamá, quería enrostrarle su mala conducta y si era necesario golpearlo, sí, lo golpearía con tal de hacerlo entrar en razón. Tenía las manos entumecidas, el corazón herido y muchas sensaciones a flor de piel, cuando encontró a Joaquín, estaba en un bar de mala muerte, acompañado de un par de prostitutas que celebraban cada palabra, cada gesto con sus risas chillonas y desentonadas. El humo, la hediondez y la bulla del lugar lo ahogaban, lo tomó de un brazo y lo sacó, pagó la cuenta, ante las protestas de las mujeres quienes lo abuchearon, mientras le lanzaban besos alcoholizados con sus manos tiritonas y malolientes.

Ante los reclamos y el forcejeo de su hermano, lo agarró con firmeza, caminaron un trecho, entre tirones y alegatos poco legibles, se sentaron en un banco de la plaza, intentaba conversar, trataba de hacer entender a su hermano lo mal de su actuar, pero lejos de entrar en razón, el argumento de Tomás le causaba risa, es que el estado de ebriedad en que se encontraba, no le permitía recapacitar y ver la seriedad de las palabras de su hermano.

Ahora Tomás se sentía acalorado, transpiraba, sacudía a su hermano intentando de esa forma espantarle la borrachera, pero el salir de aquel bar y caminar, descompuso mas a Joaquín y la embriaguez se apoderó de el con más fuerza, no razonaba y sólo reía. La discusión comenzó a subir de tono, Tomás ofuscado arremetía insultos a su hermano que sólo forcejeaba y reía sin parar, de pronto un silencio y ante la incansable arremetida de Tomás, Joaquín tomando aire empezó a hablar en un tono burlesco, agresivo, despreciativo e hiriente, ¿qué quieres? ¿que te agradezca? “papá”, olvídalo, eres un perdedor, reconócelo, tienes una vida de mierda, eres el perrito faldero de mamá, te creíste el papá y lo hiciste mal, todo se te escapó de las manos, la mamá ya no te necesita, ya no eres el “hombrecito de la casa”, nunca lo fuiste, no te das cuenta, ella quiere un hombre de verd…. no alcanzó a terminar cuando un fuerte golpe lo tumbó de espalda, luego una lluvia de golpes, puntapiés, sin respiro, sin embargo, no podía parar de reír, a pesar del dolor que sentía no paraba de reír. Tomás estaba totalmente fuera de sí, las risas de su hermano resonaban insolentes en su cabeza, de pronto vio una gran piedra y no dudó, supo que sería la solución, la tomó con rapidez y con toda la rabia y fuerza que le quedaba la arrojó sobre la cabeza de su hermano, el silencio baño la noche y una mancha oscura se esparció en el suelo, Tomás tiritaba, su corazón estaba a punto de explotar o salir por su garganta, miró asombrado e incrédulo a su hermano caído y sangrante, el horror, el temor, y la pena sacaron de golpe a la rabia, huyó, corrió despavorido a su casa, entró sigiloso, pero agitado, se sentó y trató de ordenar sus ideas.

Ya amanecía y esa fría mañana de invierno, ya no podía más con su conciencia, llorando escribió una breve carta, con frágil letra ligada, manchas de tinta diluida fueron testigo de su angustia, de su pesar y sobretodo de su arrepentimiento, pero ya era tarde, muy tarde, amarró una sábana a la viga del techo, sabiendo el enorme dolor que le causaría a su madre, si tan sólo hubiera podido pensar, entrar en razón; con angustia y sollozando se subió a la silla, ató el otro extremo a su cuello, las lágrimas se deslizaban quemantes por sus mejillas y saltó… se asfixiaba, sentía como lentamente ya no respiraba y su cerebro repetía las imágenes de su hermano sangrante. Alcanzó a escuchar unos fuertes golpes en la puerta de su dormitorio, sentía y escuchaba la voz de su madre, que le hablaba y le removía suavemente, Tomás, Tomás, Tomasito, despierta hijo, tienes una pesadilla, mírate estás sudando, lo abrazó y besó en la frente, Tomás no lo podía creer, no lo entendía, se aferró a los brazos de su madre y le pidió perdón, ella no sabía el porqué… Corriendo y asustado llegó Joaquín, con los ojos húmedos y el corazón alborotado, abrazó a su madre y hermano, él también había sido el protagonista de un mal sueño.