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jueves, 9 de septiembre de 2010

La voz de la tierra


Esta tarde, tuvimos el agrado de escuchar al poeta y narrador, Osvaldo Mora Rivas, Presidente del Centro Cultural Prof. Manuel Guerrero C., leer algunos de sus poemas y un cuento, además de relatar algunos episodios de su historia personal. Fue un encuentro emotivo con uno de los fundadores de este círculo y promotor de la afición a las letras de la comuna de Maipú. Gracias a su iniciativa, durante 18 años se ha estado realizando el Concurso de Poesía y Narrativa, "Recordando a Gabriela y Pablo".

A continuación, tres de sus poemas:


Contaminación

¿Quién robó la alegría a nuestros niños?
¿Quién quitó a las aguas transparencia,
su frescura tan clara, su limpieza?

La tierra mansamente aún recibe
por venas abiertas de su cuerpo
líquido espeso, desechos del hombre,
de industrias y de minas y así hoy,
va entregando enfermo el alimento,
porque enferma la tierra contamina.

El aire transparente que ayer nos refrescaba,
hoy se viste de negro y cual gigante herido,
se arrastra por las calles, quiere apagar la sed,
llega a un canal perdido y se estrecha en abrazo
con la mugre y estiércol; y es un grito de angustia
lo que pintan pinceles de cualquier pintor pobre;
que pinta la pobreza, la pobreza de mentes,
que acumulan riquezas, bailando con la muerte.

A mi compañera

Penetrante el aire
que limpia los cielos,
miró con sus ojos
tu claro plumaje
tu tranquilo vuelo,
atrás se quedaron
tu tierra, tus sueños.

Ahora te alzas
por nuevos senderos,
quebraste el engaño,
rompiste el silencio;
sentiste dolores
de este mundo horrendo,
que vas olvidando
por otros dolores más crueles,
más tristes que tiene tu pueblo,
y al luchar con ellos
más se alza tu vuelo.

Desde la Dignidad

Cuando cierra la noche Compañera,
en esta tierra ardiente y de guerreros
una ternura dulce me aprisiona
y se anida en la mente tu recuerdo.

En esta patria libre de opresores
despierta sin reserva mi conciencia,
no parece lejano el horizonte,
mas, parece camina hacia mi encuentro.

Desde la libertad que me cobija,
siento crecer la fuerza de mi pueblo,
mientras sigues reinando aquí en mi pecho
por tierna, valerosa y por serena.

Abraza al hijo amada mía y besa,
para mis compañeros el silencio,
recibe mi vida inquieta y trasnochada
buscando como siempre la luz y la esperanza.

En los brazos gigantes del aire sin barreras,
deposité esta tarde la tibieza de un beso,
lo ha de tomar la brisa de la Patria lejana
y alojarlo en tus ojos para darte la calma.

(1983)

No hay más que Esto, de Amanda Espejo


 El martes 7 de Septiembre, en el encantador espacio del Café Casa Fawaz, se llevó a cabo la presentación del libro "No hay más que ESTO", de Amanda Espejo, poemario centrado en algunas de las múltiples variantes que presenta el erotismo. En medio de un ambiente relajado y lleno de compañerismo (requisito primordial e imposible de transar, según la autora), se dieron cita poetas y escritores de distintos sectores de Santiago para acompañar a Amanda en este momento tan especial.
La presentación estuvo a cargo de Lila Calderón, quien prologó el libro, y de Pablo Delgado U. en nombre de Ediciones del Taller.

A continuación, parte de las palabras de Lila Calderón para graficar el tono de este trabajo poético:




Mujer y Poesía


En el libro “No hay más que esto”, de la poeta Amanda Espejo, encontramos una hablante poderosa, cuya voz expresa con fuerza toda una gama de sonidos, sabores, tonos y emociones que dialogan con el ser amado, presente o ausente, encendiendo palabras que hacen arder la piel o arrojan sobre la tierra humeante las brasas del deseo para que en cada nuevo encuentro se encienda el fuego que habrá de revivir la pasión que ambos sienten, “Absortos en el mutuo reconocimiento/ de este misterio atávico/ llamado origen”, como se anuncia en el poema “Es ahora”.

Entre los temas que preocupan a la autora se encuentran fundamentalmente el amor, el paso del tiempo, el dolor de la espera, el estremecimiento que produce el observar las fuerzas de la naturaleza en su relación con la esencia femenina, y la experiencia de vivir —con toda su complejidad. Existen fuerzas que amenazan con desbaratar el encanto, desgastar el hechizo, la pasión, el asombro ante el regocijo del amor irreductible. Y el poema asiste para saborear la palabra, encadenar sonidos, dar ritmo al verso, encender el faro que da cuerpo a la marea y disipa el silencio.

Voz fecunda de mujer que a veces gime o grita, o borda de ecos y recuerdos la página reveladora, cuando al modo de una oración suplicante dice en el poema “Entresueños”: “y cómeme el corazón/ para amarte desde adentro. / Ven… revíveme ahora, / sóplame tu amor de nuevo/ quiero ser tu creación, / tú, mi dios y mi asesino”. Eros y Tanatos tensando la cuerda, vibrando peligrosamente sin saber hasta cuándo.

A veces la hablante se enfrenta con el lenguaje, lo interroga, lucha con la palabra en la búsqueda del sentido que refleje la sorpresa, el goce, la duda, la luz, la intuición rescatada al vuelo sobre el amanecer. Multiplicidad, complicidad, oráculo o monólogo, es a menudo un velo que desnuda la entrega “con la piel pegada al cristal de la ventana”. Así leemos en el poema “Un momento”: “Te floreces/ Te fluyes/ te escurres/ Te viertes/ con un asombro suave/ temblando en los ojos”. Esos ojos que le permiten también “descifrar los códigos secretos”, y que se mantienen a través de los siglos “indiferentes al polvo del tiempo/ e inmunes al engaño/ de las falsas traducciones”. Existe también el diálogo con la poesía amorosa masculina. Tal es el caso del poema “Intertextualidad”, donde cita el Poema 20 de Pablo Neruda: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”, al que responde con sarcasmo: “Escribir por ejemplo… sobre la crueldad del tiempo: / tan efímero, tan inasible y leve…”

Un continuo despliegue de sedas se alzan entre las páginas de este libro, que se abren ante el lector como jardines aromáticos, dibujando sombras que parecieran danzar “entre esta humedad pegajosa, / doliente, cálida, fresca y gozosa/ que resulta del lloverse juntos, / del regocijarse juntos/ ante el descubrimiento de amar”. Una pasión que también abre heridas, obliga a cambiar de piel, o a mutar para huir del dolor, padeciendo las acostumbradas metamorfosis y resurrecciones que el ejercicio del vivir impone y del cual la poesía es capaz de dar cuenta para exorcizar la soledad, el miedo, la incertidumbre. Como en “Altamares”, cuando la hablante invoca al amado: “Tú, mi faro de cardinales, / con tus cuatro extremidades/ marcando en cruz mi destino”.

Porque la poesía teje sus redes con hilos finos y nudos fuertes, compartimos sobre el espejo del cosmos los mismos problemas humanos del origen. Y por la misma razón la intuición poética nos permite sospechar que hay un sentido superior en este transitar por la tierra… y escribimos, y buscamos en la palabra despejar el enigma, encontrar el fuego secreto… como lo hace Amanda Espejo en estos textos que nos llevan a reflexionar sobre la demoledora afirmación del título del libro: “No hay más que esto”. Y sin embargo un dramático mundo se alza para configurar el drama de la existencia que nos sitúa a todos en el mismo escenario.


Lila Calderón.
Invierno 2010.