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miércoles, 16 de junio de 2010





de

“breviario” (inédito aún)



1. epílogos del día



curiosidad


si atisbas por esta cerradura mohosa

la arruga aseando su intimidad



descubrirás que las huellas del tiempo

se limpian con los años




un niño gira sobre sí



llegado al mismo lugar

descubre su primera arruga



entonces vuelve a girar furiosamente

soltando mi mano



ahora nadie puede detenerlo

y estas canas

vagan por viento




naufragio


el siglo

llegó en una simple botella de vino

arrastró océano esta playa

y la mujer del pescador

abrió su corcho a la bruma

-pobre mujer, pandora se llamaba-

dejó escapar aquel destino

mientras los ancianos bebían

mientras los ancianos

no dejaban de beber




penélope


ella tiene caderas de perra flaca

para recostarse en la llovizna



una voz tan humo

como el cigarro que recogió de babel



guarda los ritos del sexo

bajo una mirada de agua



y puedes jurar

que te abrigará esta noche



aunque regreses del fin




postal


me gusta ver

como se desmorona

la tarde


pero esto rara vez ocurre


más bien soy yo

quien lentamente


se rompe

a pe

da

zos




1.1 bis



temprana herencia


es hora del olvido en nunca jamás

por el sendero de ida regresan los murciélagos

cargando cuentos escuchados demasiadas veces


los boleros de don lucho

soplan entre el follaje desparramando las hojas

sobre tumbas con nombres borrados



un niño pasa cargando entre ausentes

la memoria de su padre, y todos

respetuosamente, nos sacamos el sombrero



cuento de hadas

cuando se pierde una zapatilla de cristal

cierta muchacha comienza a errar por las calles


algunos animales nocturnos vuelven

asustados, aún hambrientos a sus madrigueras


la música de violines eriza

pelos de gatos acostumbrados al callejón

mientras el viento arrastra más polvo

a la buhardilla


cuando se pierde una zapatilla de cristal

bailamos solitarios a medianoche




notas sobre un tema de serrat


el tren llega a medianoche

chirriando la nostalgia de quienes pierden su memoria


y penélope, cada día más cuerda

busca entre pasajeros ajados

el rostro de un muchacho

que escribió su promesa en la bruma


desde el último vagón borroneo un poema

pensando que no reconocerá esta caligrafía temblorosa

del anciano que vuelve hoy


homero por las tardes


la palidez de una página

se mece sobre la arena


quedan restos de una sociedad

que muerde el anzuelo

y canta un pescador

espantando los muertos

que llegan entre gaviotas


mi rostro hace años

parece una condición del pasado


ah ulises

la gangrena del tiempo es lenta

pero siempre alcanza



narciso

hastiado de la mísera pensión estatal

se dejó morir

no si antes afeitarse cuidadosamente

frente a un espejo hecho polvo.



2. epígrafes del amor


geisha



encojo los hombros

y soy un gallo anunciando el río


flexiono mis rodillas

para demostrar la existencia

de la casa del sol naciente

pero me rasgas

doblas en dos en cuatro partes

y una punta que parece boj


entre tus manos

soy un ejercicio de origami

sobre una cama de papel


guillermo tell


esta flecha la habita el agua

por eso cuando se dirige a su cuerpo

llueve en este pueblo


o cuando parte la manzana

un río cruza frente a nosotros


aunque su libertad sea llegar al mar


atravesando mi corazón



primer amor


perdía mi cabeza

en su almohada


los pies en su camino


mis manos colgaron

muchas veces

en la puerta de entrada


sólo después que se iba

lograba encontrar este ojo

pegado aún

en la cerradura del baño


fin del día

el polvo de su fuego se queda en la solapa

y sí, tus caderas me trajeron a esta cama


hablo lo que entiendo cuando miro

y todo lo que huela a tiempo sobra por las noches


si es necesario, entonces soy los mismos huesos

que cantaron en la calle una canción de amantes


posiblemente el mismo camino de ayer

bordeando este vino y su resaca


todo lo que necesito es un pueblo sin luz

y una mujer que mueva las caderas


algunos libros de onetti y dylan thomas



una llave que posea tu sombra



sunami


aunque el agua de la memoria

parece arrasar con todo


y el mundo se bambolea

a merced de la corriente

pienso que lo hacemos bien:


yo flotando sobre ti


tú flotando sobre mí



2.2 ex


estás donde te recuerdo


ayer

ese largo camino que va del bosque

a la playa


hoy

este café al que falta azúcar



instantánea


una pareja mojándose muestra la fotografía


pende de un clavo, éste, que abrió una grieta

casi imperceptible sobre aquel muro



donde se sabe, hay una ventana

y tras sus visillos, la lluvia


hidropónico


de cuando en cuando

debieses regar con lágrimas

tu vida


tal vez entonces

crecería la hierba


cosecha


recogió algunos frutos

escribiéndoles ciertos recuerdos

para su viaje



luego deslizó aquel mensaje

bajo la puerta


desde entonces

muerdo con rabia cada manzana


buscando tu nombre



delito


prófugo de sí

desembocó jadeante

en el jardín


donde aquella mujer

enterraba para siempre


sus sentidos de culpa

desnuda sobre el pasto



pater familias



tan arruinado estoy

que la casa

ya no entra en mí



sus pasillos evitan caminar

por los pasos cansados

que cada noche traigo



todas las puertas se cierran

cuando intento abrir

mi corazón



3. posdatas al oficio



la poesía es un juego de niños


corres hacia la casa natal

te magullas las rodillas

dejando

una cicatriz de infancia

en cada poema



el buen maestro


me abrió la puerta de su biblioteca

con una reverencia, después mostró

los tesoros impresos con la sabiduría del mundo

cogió una página en blanco

como si fuera su última semilla

la dobló hasta hacer un diminuto barco

y aprovechando la brisa me empujó



para que jugase a orillas del mar



instrucciones de uso


la piedra

que debas recoger

quizás sea negra


ésta

que al borde del camino

es el camino


y si un ave

cruza el sol con su burla

arrójasela


la mano que se libera

puede ser

tu siguiente vuelo



paráfrasis con poesía lárica


entras en una vieja casa


enciendes la chimenea

desparramando su fuego

por toda la habitación


luego te parapetas tras unos robles

apuntando con el lápiz hacia la puerta


y esperas en punto fijo

que salgan huyendo los poemas



brindis


entro al bar

y pido uno doble de mariposas

mientras los parroquianos

se ríen de mis gustos

llenando otro jarro de cerveza

-de blake si fuera posible

sin soda-

dejo que el hielo se derrita

con los codos apoyados en el mesón

y la cabeza en cualquier parte de la noche


disfruto la última gota como

una línea encontrada entre libros viejos


luego salgo a la calle

zigzagueando como un ebrio

dentro de la realidad



3.1 etc.



momentos a pavese


bordeo la ciudad silenciosamente

como evitando rozar los muros


en ese espacio donde vacías las calles

escucho el susurro del viaje


abro entonces las páginas

dejando a merced de la corriente


el lenguaje sutil de las almas

que navegan lejos del puente


escribo a orillas de la muerte

aunque este río lleve mi nombre



referencias personales


poeta de los diversos oficios

autor de libros que mezclan

el hálito de isabel rawsthorne

con la levitación de aquel ángel

que movía las caderas



un hombre de malas costumbres

según dicen en el barrio

que porta el silencio en su maleta

junto a este cd de Miles Davis y La vida

Breve de Onetti



un hombre que sigue confundiendo

la lluvia del sur con su propio espejo

y la foto de una mujer con el olvido



éste, que escribe malas reseñas

mientras decide de que vieja corbata



colgará su cuello





irrealismo


para qué seguir buscando un camino más hacia la aldea

si hemos encontrado esta casa cuya puerta es el sendero



un rincón donde las aves traen migajas

para extraviados que vagan sin descanso por la vida



aquel lugar donde alicia descubrió

que no existía el paraíso




autorretrato


trazo delgadas líneas en la tela

y una cicatriz alumbra mi rostro



espumo el cabello con pinceles

de brocha gorda

pero una mancha roja se apoza a mis pies



intento un claroscuro

a la manera del maese rembrant

mientras esta sombra ocupa la cama



firmo el lienzo terminado

con restos de una mano



blanca como la muerte




el éxito llega con la muerte



marcas tus iniciales en la corteza

y ya el musgo las reconoce



fotografías de mujeres que has amado

se esfuman cada atardecer



firmas contratos con una editorial

mientras el lápiz

se triza con el viento





el viaje


de reojo observamos la soledad

atrás nos respira la memoria



de frente el camino parece

otra página en blanco






Datos vitales

Sergio Rodríguez Saavedra (Santiago, Chile, 1963). Es Profesor de Estado y Diplomado en Literatura Latinoamericana Siglo XXI. Colaborador de reseñas críticas desde los años 90 en diversos periódicos y revistas especializadas como Literatura & Libros, El Siglo y Pluma y Pincel. Fue subdirector de revista Rayentrú (2000-2005), y Editor de reseñas del periódico cultural Carajo (2005-2008). Durante esos años organizó diversos encuentros de revistas de corto tiraje, denominadas micro-medios. Actualmente dirige el proyecto de difusión www.santiagoinedito.cl. Su trabajo poético ha sido reconocido en diversos certámenes entre los que figuran la Beca de Creación que otorga el Consejo Nacional del Libro y la Lectura (1999 y 2004), el Festival de todas las Artes Víctor Jara (1998 y 2002), Juegos Florales de Vicuña (2005), Stella Corvalán (2006), Premio Nacional Eduardo Anguita (2008). Ha publicado Suscrito en la niebla (1995), Ciudad Poniente (2000 – 2002), Memorial del Confín de la Tierra (2003), Tractatus y Mariposa (2006), y Militancia Personal (2008).







de: Círculo de Poesía - Revista electrónica de literatura