Sagrado Caldo.
Por Ariel Zúñiga.
Sagrado Caldo, elixir del deseo y las pasiones,
despreciado por los locos,
despiadados con ellos.
Defendido por nosotros,
quienes en él vive,
en nuestras venas,
demonizándonos.
Beatífico mosto,
pincelado con taninos arrebolados de dicha,
paridos por el sol del verano,
su devenir dichoso hará nuestra primavera.
Despierta con el ronquido celestial del corcho liberado,
suspira silenciosamente en la mesa,
mana infinitamente y vierte en mi mente,
la embriaguez trabajosa y dulce,
familiar y aún nueva,
del placer honesto y cálido con que amparas,
al siempre viajero en este mundo absurdo.
Brindo por ti vino,
y por los dados que lanzo cada vez que a ti me entrego:
Las mujeres son más bellas,
las deudas se disuelven,
amigables somos todos
y nos entendemos
y nos abrazamos.
Eterna comunión de pantalones manchados,
eterna amistad,
compartida.
Incluso en la embriaguez sola,
dejas a las derrotas en el concho,
teñidas en borra.
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