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viernes, 5 de marzo de 2010

COMENTARIO / Amanda Espejo



Cuando pase el temblor...


La madrugada del día 27 de Febrero del año 2010, quedará grabada para siempre en la memoria de quienes habitamos gran parte de esta larga faja de tierra. A las 3:34 Hrs. de aquél sábado, casi tres cuartas partes de nuestro país se convulsionaron en mayor o menor grado, sembrando la destrucción y causando el pánico en la totalidad de sus habitantes.

El violento sismo que llegó a tener 8,8 grados en el epicentro, estremeció íntegramente no sólo la corporalidad de nuestros compatriotas , sino, hasta lo más profundo de sus conciencias. Y es que la catástrofe producida por el terremoto – calificado como el quinto más violento a nivel mundial – vivió , a los pocos minutos su contraparte en el mar, sumándose a la desgracia en tierra, intensos tsunamis a lo largo del borde costero.

Para todos los que vivimos la experiencia, en alguna parte de los eternos minutos en que sentimos que el cielo y la tierra entera se desmoronaría sobre nosotros, resultó, hay que admitirlo, imposible sustraerse al recuerdo de las viejas profecías en cuanto a “ el fin de los tiempos”. Más aún, para los que conservan viva en la retina imágenes de la reciente película 2012 que, como toda creación efectista, caló hondo en las sensibilidades de espectadores de toda edad. Claro que esta vez, no hubieron efectos especiales.

La cruda realidad desplegada con la simpleza que identifica las expresiones inevitables, superó la aplaudida ficción por el sólo hecho de ser eso: realidad. El asombro, el miedo y hasta terror que se apoderó de todos los actores reales en esta situación, no necesitó más de dos minutos y fracción para rebajar a todo ser humano al estado primitivo de indefensión que tuvieron los primeros habitantes de este planeta. Nada, nada se pudo hacer contra la fuerza viva de la naturaleza en constante evolución, y no hubo tecnología top, o aparato complejo de última generación que pudiera hacer frente a aquello o, tan siquiera ponernos a salvo. Toda la tecnología computacional y comunicacional al mismo tiempo, nada pueden hacer sin una base de energía encauzada por el hombre. Sin embargo, a modo de bofetada en el rostro, la energía viva, en estado “salvaje”, nos vapuleó hasta los cimientos con un simple corcoveo en vías de un acomodo del planeta.

Resulta aconsejable y hasta de primera necesidad el detenerse a pensar en ello....y también en la soberbia solapada que solemos portar cada uno de nosotros a medida que avanzamos en poder material y en niveles de conocimiento. Es indudable que hay etapas del saber que nos saltamos o ni siquiera las presentimos, sobre todo, con respecto a la sabiduría principal de conocernos a nosotros mismos y el tipo de relación que deberíamos mantener con nuestro entorno.

Durante las horas que siguieron al desastre, hemos podido ser testigos de la degeneración del ser humano frente a situaciones límites. Sin duda, hoy como nunca, vuelve a recobrar vigencia la frase del pensador Thomas Hobbes, Homo homini lupus, “El hombre es un lobo para el hombre”. Y esta vez, para vergüenza nuestra, no es en algún país africano, asiático o una isla lejana inmersa en la miseria: esta vez es en el nuestro: nuestro orgulloso Chile, punto de encuentro obligado de recitales internacionales, festivales y eventos faranduleros y de divertimiento. Es el mismo Chile admirado por su avance y estabilidad económica que salió en menos que canta un gallo de la crisis económica que afectó mundialmente a la humanidad el año pasado. Un Chile (mi Chile) ad portas del desarrollo, sin niveles de desnutrición y sin analfabetismo, con una construcción sólida y asísmica que, sin embargo, dejó ver “la hilacha” en varios edificios, puentes y hasta hospitales recientemente construidos.

El Chile cuyos habitantes se pueden dar el lujo de veranear casi sin excepciones, de celebrar cada navidad o fiesta principal comprando hasta lo innecesario y en donde hasta en los lugares de menos recursos no falta la “chela” (cerveza) ni el asadito para el partido clasificatorio ni para pasar el fin de semana en compartimiento con la vecindad. Es a esa misma vecindad, la que ahora el movimiento de tierra desparramó por el mapa y apartó también de las consideraciones. El abuso, el saqueo sin razones ni miramientos, hizo presa de una parte de “nuestros vecinos”, quienes se consideraron en primer lugar en cuanto al cumplimiento de sus necesidades básicas.

Es muy fácil y básico razonar así: YO tengo hambre, YO tengo sed, miedo, angustia o lo que sea, pero ninguno de esos saqueadores estaba sin un techo sobre sus cabezas, las partes de su cuerpo están completas y su raciocinio tan en buen estado - o limitado, según se mire – como para urdir estrategias para su beneficio.

¡Qué vergüenza produce observar aquello! ¡Qué dolor del ser humano por el ser humano mismo!, por el deterioro que se puede llegar a manifestar en nuestra especie en presencia de una situación límite. Y qué remezón a nuestras conciencias entumecidas por los logros varios del día a día.

A pesar de tantos siglos de evolución de la especie sobre el planeta, nuestro interior no ha evolucionado lo suficiente, y tal vez nunca lo haga, en el sentido de que lo arcaico siempre puede permanecer en nuestro interior por mucho que lo maquille la modernidad. Sin embargo, no podemos olvidar que somos seres pensantes, con capacidad de comprensión, capaces de autoanalizarnos en descarnado y sin miedo para que, producto de tal examen, podamos conocer bien nuestras debilidades y fortalezas y así, sepamos mantener a raya nuestro impulsos primitivos tal como corresponde a personas civilizadas, seres realmente evolucionados que no deseamos en ningún modo volver a la época de las cavernas.

Afortunadamente y como el opuesto necesario para lo anteriormente descrito, así lo han entendido gran cantidad de jóvenes y personas de toda edad que, lenta pero ciertamente, comienzan a organizarse para ir en ayuda del semejante que realmente sufre, ese, al que nunca deberíamos desconocer puesto que es, ni más ni menos, uno más de nuestros propios reflejos multiplicados infinitamente en cada uno de los átomos de vida que conforman esta esfera rebosante de maravillas, riquezas y estallidos llamada Tierra.

Habrá, cuando pase el temblor, que sentarse a reflexionar sobre el sentido que le deseamos dar a nuestra discontinua existencia para que, otra vez enfrentados a el derroche de vida ( La verdadera fiesta, a decir de Georges Bataille) expresado por las fuerzas vivas de nuestro planeta - sepamos reaccionar e interactuar dignamente en ella.




Amanda Espejo
Quilicura, 2- marzo - 2010

3 comentarios:

Crystal Lynn dijo...

I pray that all are well...as can be expected. Please know that we are all praying for you, and doing what we can here with regards to collections. Please pass my regards on to Laura.

Laura dijo...

Thanks, Crystal, for your king message. Finally, electricity and telephone arrived to my neighborhood on Sat 6. All breakable things were broken, but no damage to my people.
Sending help to the south of the country. Still trembling every day, but not strongly.
Best regards, Laura

Laura dijo...

El remezón que la actitud de los "vecinos" nos ha producido ha sido tremenda.
Estuve sin luz por 8 días, Amanda querida, escuchando terribles noticias de Quilicura por una radio a pilas. Espero que no hayas sufrido malas consecuencias en tu casa.
Abrazos