Este ensayo fue extraído desde el blog muymatrera.blogspot.com, que pertenece a una compañera del taller de narrativa de la Biblioteca Municipal.
Para mí dios no existe, lo afirmo de una forma categórica aunque caiga en la redundante porfía, pero para el resto de las personas sí existe y está presente en sus vidas se manera tan sublime que se hace cierto ese refrán popular "por dios que pesa". En cuanto a ese peso social que implica la creencia de un ser supremo conceptualizado y reconocido como dios, me lo explico como una construcción cultural, traspasada de generación en generación para su aprendizaje condicionante; y que esta construcción en algunos casos es común (en cuanto a objetivo, no así sus imágenes y rituales) para los diferentes grupos humanos.Dios fue creado (por el hombre, algún hombre que se percató de la sensación de abandono y temores del resto de la comunidad: ¡qué paradójico, dios creado por un hombre!) justamente para explicar aquellas manifestaciones que superan el entendimiento racional y para que los demás se sientan consolados en cierta forma frente a los avatares de la existencia humana. Luego me atrevería a afirmar que dios fue creado para llenar esa necesidad de vacío que subsiste en todo ser humano cuando éste se plantea las tres preguntas básicas que la filosofía universal a tratado de responder con mucho esmero, método y genialidad: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿para dónde voy? La sensación de vacío entonces viene a tomar parte en la gran batalla del ser humano como una forma de revelarse frente a lo grandioso que le ofrece su entorno, y entonces dios es ahora la pieza perfecta para encajar en este puzzle humano como lo plantea la Gestalt.
Hasta ahí, puedo ser subjetiva en términos respetuosos y no sacar astillas al asiento de algún parroquiano sensible, porque en realidad mis sentires son otros, pues como dice el refrán popular: “yo no soy monedita de oro”. En este sentido hace muchos años tengo unas profundas ganas de decirle a todo el mundo que dios lleva mucho tiempo jodiéndonos la existencia como individuos y sociedad, demasiado para mí gusto (si hasta Kronos ya no sabe qué hacer con él), ha soportado estoicamente como un coloso: la invención de la escritura, catástrofes medio ambientales, tragedias bélicas, procesos históricos, corrientes de pensamiento filosófico, político y social, el surgimiento y caída de diferentes imperios, la influencia alienante de los medios de comunicación en nuestra otrora apacible vida pueblerina, observar como los yanquis con su prepotencia ideológica, comercial y publicitaria intervienen con todo aquello que no es de su capitalista agrado, las diversas manifestaciones de la tecnología aplicada a nuestras vidas acomodaticias. En definitiva dios ha estado demasiado tiempo entre nosotros haciéndose pasar como un ser misericordioso omitiéndose frente a su supuesto compromiso piadoso para con sus fieles respecto a la idiotez y pobreza de espíritu que alberga el ser humano a nivel personal, social y en muchos casos, más de lo que quisiéramos, a nivel de Estado.Sí, ha soportado estoicamente, me atrevería a decir que hasta lo disfruta, porque dios es una especie de pecador y peca de una dolencia que a mi parecer es una de las más detestables: morbosidad, como aquellas dueñas de casa ociosas que no tienen nada más que hacer que mirar en TV “Laura en América”, “Caso cerrado” o en su defecto otro Talk Show que encaje con el ocio de media tarde mientras esperan el horario de regreso de los hijos o el marido. Y ahí está dios incólume, todo poderoso (tan o más) de lo que fue creado, como si cada acto errático de la humanidad le ayudase a incrementar su poder para aplacar nuestras conciencias.
Luego con todo lo acontecido en la historia de la humanidad, más ese no despreciable aderezo farandulero y televisivo, no es de extrañar que dios no se sienta tentado cuan abuelo senil y mañoso, pero a la vez orgulloso de disfrutar su lúgubre creación: esa misteriosamente torcida representación mental sobre la divinidad, para dejar su sitial de narrador omnisciente y bajar a los mundanos parajes para desatar con frenesí toda su esquizoide y ególatra personalidad, sí, porque dios es también una híbrida mezcla donde se fusionan indiscriminadamente elementos vetustos, caprichosos y púberes para asegurarse mediante métodos cada vez más sofisticados (me imagino que Ratzinger le habrá abierto una cuenta en Blogger o Foto Log a dios para que vaya en busca del rebaño perdido en la virtualidad posmodernista) y así continuar jodiéndonos y a las generaciones siguientes per sécula seculorum con ese karma de culpabilidad que históricamente han querido enrostrarnos con la llamada “marca de Caín”, como si las culpas fueran un morral heredado que debemos cargar hasta el día del juicio final, si es que éste llega.
Maquinado por La muy Matrera
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